Año 1492, Transilvania
Un frío invernal cubría las montañas de Transilvania, envolviendo el pequeño pueblo de Bran en un manto blanco y silencioso. En una humilde cabaña de madera, la familia Diaconescu se preparaba para la cena. El aroma del pan recién horneado y el guiso de carne llenaba el aire, mientras la luz tenue de las velas creaba una atmósfera cálida y acogedora.
Nicolae, sentado en silencio junto a la chimenea, observaba a sus padres, Gheorghe y Elena, conversar animadamente sobre los acontecimientos del día.De repente, una oleada de frío lo recorrió y su cuerpo comenzó a temblar incontrolablemente. Su respiración se volvió agitada y sus ojos se dilataron, llenándose de un terror indescriptible.
Nicolae: Padre, madre... me... me siento mal...- logro decir con la voz entrecortada.
Gheorghe y Elena se acercaron a su hijo con preocupación, notando su estado pálido y sudoroso. Intentaron calmarlo, pero los temblores empeoraron y su cuerpo se rigidizó por completo.
Elena: ¡Dios mío! ¡Ayúdame, Gheorghe!- expresó la mujer que había comenzado a llorar.
Gheorghe, desesperado, intentó reanimar a su hijo sin éxito. Nicolae permaneció inmóvil, con la mirada fija en un punto invisible, como si estuviera atrapado en un trance profundo.
Gheorghe: No, no, no - murmuró con desesperación - ¡No hay pulso! ¡Ha muerto! Un sollozo ahogado escapó de los labios de Elena mientras se desplomaba sobre el cuerpo inerte de su hijo.
La noticia sobre la repentina muerte de Nicolae se extendió rápidamente por el pueblo, sembrando el luto y la consternación entre sus habitantes.
Al día siguiente.
La pequeña iglesia de Bran estaba abarrotada de aldeanos, todos ellos vestidos de negro y con el rostro marcado por la tristeza. En el centro de la iglesia, sobre una mesa de madera simple, yacía el cuerpo inerte de Nicolae, cubierto por una sábana blanca.
El sacerdote, un hombre anciano y de mirada severa, se encontraba frente al altar, preparando las palabras para el funeral. La atmósfera era densa y solemne, el silencio solo era roto por los sollozos de Elena y Gheorghe, los padres de Nicolae.
Sacerdote: En nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, nos reunimos aquí para despedir a nuestro querido Nicolae de la familia Diaconescu, un joven noble y bondadoso que ha sido arrebatado de este mundo demasiado pronto - dijo con voz grave y solemne.
Los aldeanos inclinaron la cabeza en señal de respeto mientras el sacerdote continuaba su discurso. Él habló de la bondad del joven, de su disposición a ayudar a los demás y de su futuro prometedor que había sido truncado por la muerte.
Sacerdote: Nicolae era, un hijo amado, un amigo fiel y un miembro invaluable de nuestra comunidad. Su ausencia dejará un vacío que nunca podrá ser llenado.
Elena y Gheorghe, incapaces de contener el dolor, se abrazaron con fuerza, sus lágrimas mojando la tierra del suelo. La imagen de su hijo muerto les destrozaba el corazón, y la idea de que nunca más lo volverían a ver era insoportable.
Sacerdote: Pero no debemos perder La esperanza, mis hermanos. Este bondadoso joven ha pasado de este mundo al reino de los cielos, donde encontrará la paz y la felicidad eternas -elevó la voz al pronunciar dichas palabras.
Los aldeanos murmuraron palabras de consuelo, algunos incluso elevaron una oración en memoria de Nicolae.La esperanza de una vida después de la muerte era lo único que les quedaba para aliviar su dolor.
De repente, un movimiento inesperado interrumpió la ceremonia. El cuerpo, que yacía inerte sobre la mesa, comenzó a temblar convulsivamente. La sábana blanca que lo cubría se agitó, y un sonido extraño, como un gemido ahogado, resonó en la iglesia. Un murmullo de asombro y terror recorrió a los aldeanos.
Elena y Gheorghe, con los ojos llenos de incredulidad, observaron cómo el cuerpo de su hijo se levantaba lentamente de la mesa. La sábana blanca cayó al suelo, revelando a Nicolae pálido, pero con los ojos abiertos y una mirada llena de vida.
Nicolae: ¿Dónde estoy? ¿Qué ha pasado? - preguntó con la voz temblorosa.
Un silencio sepulcral se apoderó de la iglesia. Los aldeanos, atónitos y con el rostro pálido por el miedo, contemplaban la resurrección.
Sacerdote: ¡No puede ser! ¡Ha vuelto de la muerte! - entonces se escucharon los murmullos y los gritos de sorpresa, alguien llegó a desmayarse consiguiendo que la madre del antes fallecido se levantara y saliera del shock momentáneo .
Elena, sin poder contener la alegría, se abalanzó sobre su hijo y lo abrazó con fuerza.
Elena: ¡Nicolae, hijo mío! ¡Mi hijo! ¡Estás vivo!
En realidad, ¿lo estaba?- pensaba Nicolae sin poder recordar mucho de las últimas 24h. Lo que sí tenía claro es que por un momento había dejado de respirar, aunque no fue solo un momento para el resto.
Gheorghe, aún incrédulo y confundido, se acercó y lo tocó con cuidado, como si temiera que se desvaneciera en el aire.
Gheorghe: ¿Cómo es posible? ¿Has vuelto de la muerte?
Nicolae, aún desorientado y debilitado, no pudo explicar lo que había sucedido. Solo recordaba una extraña sensación de frío y oscuridad, y luego, se despertó de repente.
Elena: Nada de eso importa ahora, nuestro hijo está bien, está con nosotros.
En realidad nada estaba bien, pero sería demasiado tarde cuando notasen las miradas aterrorizadas de sus vecinos, los murmullos no cesarían y lamentablemente ya se había esparcido el rumor del joven que había regresado de la muerte de manera inexplicable.
Tras semanas, los rumores sobre la resurrección de Nicolae se propagaron rápidamente por el pueblo, y pronto llegaron a oídos de un grupo de aldeanos supersticiosos y temerosos que comenzaron a sembrar el miedo con sus historias sobre gente que volvía de la muerte como criaturas oscuras y hostiles que pretendían acabar con los vivos.
Y pronto comenzaron con la búsqueda del muchacho quien advertido por sus padres, huyó hacia las profundidades del frondoso bosque que rodeaba al pueblo . Pero no tardaron mucho en dar con su paradero debido a los sabuesos de caza que habían dejado libres por los alrededores.
La turba enfurecida se abalanzó sobre él, golpeándolo brutalmente con palos y piedras. Sus gritos de dolor resonaban en el bosque mientras lo arrastraban hasta un claro donde finalmente cayó desmayado. Nicolae, ensangrentado y moribundo, fue abandonado en medio del bosque, dado por muerto.
En medio de la oscuridad y la agonía, sintió una presencia extraña a su lado. Una luz tenue iluminó su rostro, y una voz suave y angelical resonó en su mente. Voz angelical: No temas. Tu sufrimiento está por terminar.
Confundido y debilitado, apenas podía abrir los ojos. La luz celestial lo cegaba momentáneamente, pero la voz angelical lo llenaba de una extraña paz y esperanza.
Nicolae: ¿Quién eres? ¿Eres Dios?¿Qué quieres conmigo?
Voz angelical: ¡Ja! ¡ya quisiera papá ser como yo! No, no soy el. Soy alguien que no soporta las injusticias, vine para aliviar tu dolor y ofrecerte una nueva oportunidad. Si tu quieres claro.
Nicolae: Ya es demasiado tarde, lo sé. Estoy listo para morir, debí haberlo hecho desde hace semanas, pero agradezco el tiempo con mis padres. Al menos pude despedirme de ellos.
Voz angelical: ¡ah! no digas cosas tan dramáticas.
Nicolae: Entonces ¿No voy a morir?
Voz angelical: O sea sí, pero no. Lo siento, esto no será agradable. En realidad no tengo permitido intervenir en estas situaciones pero eres una víctima de esa gente arcaica y superticiosa, si te dejara morir tan fácilmente me sentiría mal por toda la eternidad.
Nicolae: ¿Qué quieres decir?
Voz angelical: Te convertiré en un ser de la noche, eso a lo que tanto le temen tus amigos. Un ser con poderes más allá de la imaginación humana. Pero con esos poderes, también viene una gran responsabilidad. Debes usarlos para proteger a los inocentes.
Nicolae: ¿Proteger? - logro decir mientras sentía como unas ganas terribles de dormir se apoderaban de él, el dolor por los huesos rotos hacia mucho que había pasado a segundo plano.
Sólo quedaba la pesadez de los parpados y el aliento escaso que intentaba mantener, pero cada vez le resultaba más difícil.
Voz angelical: Sí, proteger. Digamos que hay criaturas muy traviesas sueltas por el mundo y la verdad es que me vendría bien alguien que los mantuviera a raya para no tener que estar paseándome por aquí. Como habrás notado ,me resulta muy difícil no meter mis narices en asuntos mortales. Me harías un gran favor si aceptas.
Nicolae pensó en que no tenía nada que perder, total lo peor que le podía pasar ya había pasado, así que, movió su cabeza lentamente aceptando lo que el ente le ofrecía.
Con un gesto solemne, el ente de luz extendió su mano hacia Nicolae y tocó su frente. Una poderosa energía recorrió el cuerpo del joven campesino, curando sus heridas y llenándolo de una fuerza sobrehumana.
Nicolae: ¡Ahhhhhhhh! - Grito adolorido sintiendo como sus huesos se recolocaban.
Se convulsionó en el suelo mientras su cuerpo se transformaba. Sus colmillos se alargaron, sus ojos brillaron con un rojo intenso y sus sentidos se agudizaron. Se había convertido en un vampiro, un ser de la noche con poderes inimaginables. El ente, con una sonrisa compasiva, se inclinó hacia Nicolae y le susurró al oído:
Voz angelical: Y recuerda, tu destino está en tus manos. Elige el camino del bien y serás un héroe. Elige el camino del mal y te convertirás en un monstruo.
Con estas palabras, el ser se desvaneció en la noche, dejando al joven solo en el bosque, con su nueva existencia y su destino incierto.
Nicolae, ahora un vampiro, se levantó del suelo, sintiendo una mezcla de poder y confusión. Su cuerpo era diferente, sus sentidos eran más agudos y su sed de sangre era más intensa. Pero también sentía una extraña paz interior, una sensación de que su vida tenía un nuevo propósito. Mirando hacia el cielo, donde el ser había desaparecido, Nicolae murmuró en voz baja:
Nicolae: No te defraudaré.- Dijo albergando la esperanza de volver a encontrarse con el ser de aspecto misterioso y voz tranquilizadora.