Las peleas siguieron llegando cada día y, como la cohorte era fuerte, no evitaron todas las peleas. A Sasha cada vez le costaba más mantener oculto su defecto.
Habían pasado solo tres días, pero las peleas fueron muchas; muchas peleas eran iguales a muchos problemas para ella.
Debía mantener oculto su defecto, que era desastroso.
Pero cada vez se hacía más difícil; los miembros de la cohorte, excepto su amigo, ya la miraban con sospecha cada vez que pedía un descanso corto después de cada batalla.
'Debería decirles, al menos puedo confiar en Jony. Si los otros intentan algo, él me defendería en ese corto periodo de debilidad.'
Pensaba Sasha, ya cansada de tener que ocultar tan desastroso defecto. Además, no contarlo podría tener consecuencias muy graves si aparece un enemigo escondido después de las peleas.
'Sí, debería decirles, al menos debería decirle a Jony y ver qué piensa. Ah, se lo diré en la mañana.'
...
Era la mañana del cuarto día después de su pelea de entrenamiento con Jony y ludwin.
Sasha le dijo a su amigo que la siguiera. Ambos se fueron a un rincón de la plataforma de coral a la que habían subido el día anterior para hablar solos.
"Entonces, ¿qué querías decirme? Estamos a punto de salir al siguiente punto elevado," dijo su amigo, con cara preocupada por la repentina llamada de Sasha.
Él ya intuía lo que sucedería, ya que las peleas constantes y sus pedidos de descanso casi confirmaron sus sospechas, pero no dijo nada hasta que ella se lo dijera.
Entonces Sasha habló.
"Bien, es sobre mi defecto, está siendo muy problemático ocultarlo. Al menos debo decírtelo a ti. Aún no confío del todo en los otros dos."
Dijo Sasha, dirigiendo una mirada cautelosa a Ludwin e Isac, que estaban hablando en el otro extremo del coral.
"Bueno, creo que ya sé de qué va tu defecto o al menos lo que puede causar," le respondió su amigo, con una sonrisa tranquilizante en su rostro mientras la miraba con ojos cálidos.
Ella se calmó ante la mirada de su amigo y luego habló.
"Eso es bueno, hace las cosas más fáciles. Como te habrás dado cuenta, después de cada batalla que tenemos con las bestias, necesito descansar, pero no es por estar cansada o herida. Es algo peor, es porque me debilito a tal punto que cualquier cosa puede matarme."
Jonathan no esperaba que su defecto la dejara completamente inofensiva ante cualquier daño. Él creía que su defecto solo la dejaba cansada por un rato, pero no indefensa.
Abrió ligeramente los ojos por sorpresa y miró atento a su amiga.
"Si eso es realmente lo que pasaba, deberías habérmelo dicho mucho antes. ¿Qué hubiera hecho si salía un monstruo de la nada luego del combate y te dañaba? ¿Por qué no me lo dijiste antes? Eso es algo muy peligroso, te pusiste en mucho riesgo," exclamó su amigo, con preocupación e intensidad en su voz.
Sasha sonrió y se sintió muy feliz de que él se preocupara tanto por ella. Su cara preocupada y esos ojos rojos mirándola intensamente le gustaron mucho, pero también se sintió algo culpable de no contarle algo tan importante antes.
"Lo siento, no es que desconfíe de ti, es solo que no quería ser una carga. Al final, solo me puse en peligro."
Él la miró con una expresión que mezclaba culpabilidad por hacerla disculparse, preocupación por su situación y culpa por hacerla sentir así.
"No te disculpes, yo te pido perdón. No debería haberte dicho esas cosas, tú tienes derecho a no decir tu defecto a nadie. Es solo que eres la única amiga que tengo y no sabría qué hacer si te ocurriera algo."
Así era, Sasha era la única persona a la que Jonathan le tenía aprecio, era la primera persona a quien consideraba su amiga, la única con quién podía despreocuparse y relajarse, con quién podía hablar tranquilo y bajar su guardia. Él confiaba mucho en ella, y la idea de perderla le hacía sentir náuseas. Era la única compañía que él tenía en este mundo extraño después de transmigrar.
"Gracias, en serio aprecio que sientas eso. Pero creo que ya va siendo hora de que sigamos adelante. Solo quiero pedirte que estés a mi lado cuando acabemos la batalla, necesitaré que me protejas si algo sale mal o alguno de ellos intenta algo. Seguro ya sospechan algo también sobre mi defecto."
Su tono era tranquilo y reconfortante; ella por fin se había quitado una carga de preocupación de sus hombros.
"Está bien, estaré a tu lado al acabar la batalla, también vigilaré a esos dos. Gracias por confiarme tu defecto."
...
Pasó una hora desde que bajaron al laberinto de coral que en realidad no era coral, solo algo similar que decidieron llamar de esa forma por su similitud.
Estaban corriendo, dando vueltas y giros alrededor del laberinto buscando un punto alto.
Jonathan sintió otro grupo de carroñeros, pero esta vez era diferente, había otro grupo, uno más grande, de otras criaturas despertadas.
'Quizás sean esos ciempiés que se mencionan en la novela, deben estar peleando contra los carroñeros.' penal él, que sabía de la existencia de otros monstruos aparte de los carroñeros gracias ama novela.
Toda la cohorte siguió a Jonathan hasta una zona acampada donde se encontraban un total de 27 bestias despertadas. Los familiares cangrejos y unas bestias nuevas que veían por primera vez.
Las bestias se parecían a un ciempiés gigante con muchas patas puntiagudas a sus lados y unas mandíbulas firmes y dentadas que podían perforar fácilmente el acero más resistente.
Todos se escondieron para observar cómo luchaban 14 carroñeros contra los 13 ciempiés. Muchos más cadáveres estaban esparcidos por el suelo rojo y la pelea parecía estar del lado de los carroñeros.
Los ciempiés atacaban con sus increíbles y afiladas patas, o enrollaban a los carroñeros mientras les clavaban sus patas y mordían con sus mandíbulas.
Los carroñeros cortaban y arañaban las patas y la piel de los ciempiés, que parecía tener una sustancia corrosiva o venenosa en su piel ya que las pinzas de los carroñeros se tornaban de un color podrido después de entrar en contacto con su piel.
Los ciempiés también podían escupir ácido de sus bocas, los cuales era metales para cualquiera, pero el duro caparazón de los carroñeros lograba resistir está sustancia corrosiva.
Luego de varios minutos de pelea, solo quedaban cuatro ciempiés y seis carroñeros. Fue cuando Jonathan decidió hablar.
"Prepárense, mataremos a esos de ahí que están heridos," ordenó. El resto se preparó y todos salieron al mismo tiempo.
Sorprendidos por la repentina aparición de los durmientes, las bestias dejaron de luchar entre ellas y atacaron juntas a los humanos que salieron del laberinto.
Sasha y el carroñero se encargaban de dos ciempiés al mismo tiempo.
Ludwin se peleó con un carroñero, Isac mató a dos con su poderosa espada negra y ayudaba al resto de la cohorte con sus peleas.
Jonathan estaba luchando con un ciempiés y un carroñero que se le abalanzaron.
Él esquivó el ácido escupido por el ciempiés y luego una pinza que el carroñero intentó clavarle en el pecho.
Corrió y se deslizó entre ambos y cortó la cabeza del carroñero, que ya estaba débil por el ácido y las heridas de su pelea.
En cuanto al ciempiés, tuvo cuidado con su ácido y su piel corrosiva.
Combinó sus dos dagas y creó una sola que era más larga. Con ella, cortó la piel del ciempiés mientras se deslizaba por su espalda, protegido del ácido gracias a su armadura ascendida.
En el lado de Sasha y su carroñero.
Ella bloqueó las mandíbulas de un ciempiés que se cerraron cerca de su cabeza y apuñaló el ojo de la criatura con su espada.
El carroñero de su amigo la ayudó y cortó la cabeza de su enemigo con sus mejoradas pinzas, que se empezaron a corroer por el ácido.
El segundo ciempiés había sido asesinado también por el carroñero, que le había dejado una buena marca de sus mandíbulas sobre su caparazón.
Ludwin se encargó del carroñero con facilidad e Isac lo ayudaba con los otros.
Después de terminar con todos, Jonathan se acercó a Sasha, quien descansaba cerca del cuerpo de un carroñero.
"Tendrás mucho tiempo para descansar ahora, tenemos un gran botín que reclamar de los que matamos y los que ya estaban muertos."
"Gracias, necesitaré un minuto entero ahora."
Así, ambos se quedaron cerca y Jonathan envió a su marioneta a recoger tantos núcleos como pudiera.
...
Cinco minutos después, se reunieron y dejaron el botín en medio de una pila de núcleos del alma.
Eran 38 en total, ahora debían repartirlos.
El primero en hablar fue Jonathan.
"Podemos dividirlo equitativamente o pueden tener los de sus bestias asesinadas y el resto será dividido entre cada uno."
"No me importa dividirlo entre los cuatro." Dijo isac
"son muchos de todos modos," dijo Ludwin, sin darle demasiadas vueltas.
"Hagan lo que quieran, pero prefiero que repartamos entre todos," agregó Isac.
"Perfecto, no necesito mi parte, ya soy muy fuerte sin ellos. Deben hacerse más fuertes ustedes, así que dividan los núcleos en tres. Uh, son 12 para cada uno y uno extra para Isac, que ayudó mucho y es el más débil. Absorban rápido los núcleos y nos vamos; podrían llegar más bestias." Ordenó su líder de equipo, quien comenzó a recoger algo de carne para el viaje.
"De acuerdo," dijeron todos al mismo tiempo, agarrando 12 núcleos cada uno y los absorbieron.
...
Al final del día, lograron encontrar otra plataforma donde quedarse y subieron todos. En el camino, mataron a otros dos grupos de carroñeros, uno de cinco y otro de ocho.
La cohorte poco a poco se hacía mucho más fuerte; cada batalla los hacía más unidos como equipo en las peleas, aumentando su letalidad.
"¿Puedes pasarme el agua, Isac?." Con la memoria de Isac que contenía 10 litros de agua, podían beber de ella y no preocuparse por el agua todos los días.
Pasaron las horas y todos comieron y durmieron. Con el paso de los días, Ludwin e Isac decidieron confiar en el carroñero de su líder y habían empezado a dormir toda la noche, despertando completamente renovados a la mañana siguiente.