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Dairo: Saga de Fuego

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Synopsis

Chapter 1 - Mi nombre es Dairo

Hacia las tierras del este, en un paisaje armonioso, se aprecian unas aves. A lo lejos, un espeso bosque se extiende hasta encontrarse con una gigantesca montaña que se yergue majestuosamente. El cielo de tono celeste se engalana con densas nubes blancas, completando así la serena escena.

De pronto, la armonía se ve interrumpida abruptamente por un estrepitoso estruendo que surge desde el interior del bosque. En medio de la espesura, un deslumbrante haz de luz gigantesco se dispara hacia el cielo en un ángulo inclinado, dispersando las nubes a su paso. Era la furia del dragón que habitaba en aquellas tierras.

Cinco jóvenes, compuestos por una hechicera, una sacerdotisa, un arquero, un caballero enfundado en una pesada armadura y portando un escudo gigantesco, y una guerrera vestida con una armadura ligera de cuero y acero, se encuentran agotados y heridos, luchando por ponerse de pie ante el peligro que se cierne ante ellos.

El Lord Dragón del Este, una bestia colosal de aspecto majestuoso, se yergue frente a los jóvenes aventureros. Los observa fijamente sin mostrar emoción alguna. De repente, les habla con gran severidad:

-Ríndanse ya, niños. Busquen ser héroes en otro lugar. Les advierto que este insensato juego está despertando mi apetito.

A pesar de sentirse intimidados, los jóvenes aventureros intentan mostrarse fuertes y decididos. Sin embargo, Úrsula, la guerrera, no parece afectada, ya que está acostumbrada a los enfrentamientos con el dragón.

-¡Al averno contigo, maldito dragón! -exclama Úrsula mientras blande su espada en dirección a la criatura colosal.

-Úrsula, he perdido la cuenta de tus indeseadas visitas -dice el dragón con voz de andar fastidiado-. Pero el resultado siempre es el mismo. No importa cuántos de tus amigos traigas, sólo les haces perder el tiempo. ¡Deja de intentarlo!

Úrsula dirige una mirada molesta al dragón, sintiéndose algo humillada por la situación.

El dragón dirige su atención a los aliados de Úrsula.

-¡Ustedes! -eleva la voz el dragón hacia los demás, agarrandolos de sorpresa.

Ellos encaran la mirada disimulando el temor en sus rostros.

-Si no me equivoco -dice el dragón con su voz imponente-, ustedes viven de sus misiones, ¿no es así? ¿Acaso comprenden cuánto tiempo y recursos malgastan persiguiendo esta empresa? Sin mencionar el absurdo riesgo de perder la vida.

Los cuatro jóvenes bajan la mirada, sumidos en la reflexión, mientras Úrsula intenta encontrar sus ojos, pero ellos evitan su mirada. Finalmente, el caballero de la pesada armadura se acerca a ella.

-Úrsula, creo que sería buena idea retirarnos por hoy -sugiere el caballero con pesada armadura-. Mi escudo se ha dañado y ya no dispongo de modo alguno para protegerlos contra sus ataques.

La joven sacerdotisa también se dirige a Úrsula, mostrando una amable sonrisa y un gesto apenado.

-Me parece sensato, Úrsula -dice con voz suave-. La energía de mis talismanes se ha agotado y ya no podré otorgarles curación alguna.

-¡Cesen de revelar sus flaquezas ante el dragón! -Úrsula les reprende.

-Ellos bien saben que no me importa, Úrsula. -El dragón interviene, dirigiéndose a Úrsula con tono despectivo- No importa qué tan fuertes sean las hormigas, siempre podrán ser aplastadas con una sola bota.

 Desmoralizados, los jóvenes comienzan a retirarse, y Úrsula se detiene un instante, dándole la espalda al dragón.

-Dragón, me retiro, mas no sin antes desmentir esa vil idea que has osado sembrar en mis camaradas -exclama con firmeza.

Volviéndose hacia el dragón, Úrsula alza la voz con indignación:

-¡Lo hacemos por honor! Hace tres años llegaste dejando a mucha gente sin hogar. Varios de nuestros compañeros perecieron enfrentándote. Has causado mucho dolor y sufrimiento. Y es mi deber poner fin a esa injusticia. ¡Así que entiende, no estamos aquí por dinero!

-¿Qué? ¿Cómo que no? -murmura el arquero pero inmediatamente es callado por un codazo de la hechicera.

Úrsula levanta su espada y la apunta hacia el dragón.

-Y algún día tu caerás por mi espada. 

Después de que los héroes se fueron, el dragón reflexiona en voz alta:

-Úrsula... ¿Cómo puede haber tanto coraje y valentía en un cuerpo tan pequeño?

De repente aparece una pequeña hada pelirroja, Brigitte, una conocida visitante grata.

-¿Ya se han ido? -pregunta Brigitte.

-Sí, pero seguro que Úrsula volverá mañana -responde el dragón.

-He de suponer que tus días serían aburridos si no fuera por ella -comenta Brigitte.

-Bueno, también te tengo a ti y las historias de tus travesías. Eres como un libro que habla -responde el dragón.

¿Me ves como a un libro parlante? Supongo que es un cumplido.

El dragón mira fijamente hacia un punto del bosque.

-¿Qué sucede? -pregunta Brigitte, extrañada.

-Un incendio. Seguro cayó un poco de la explosión en ese lugar. Ayúdame a poner a salvo a los animales, Brigitte -solicita el dragón.

-Está bien.

El dragón se acerca volando y con mucha delicadeza comienza a derramar un chorro de agua que había tomado de un lago sobre el fuego.

-Parece que nadie ha resultado herido. Bueno, quizás algunos insectos -dice Brigitte-. ¿Me estás escuchando, dragón?

El dragón dirige su mirada hacia la montaña a lo lejos y siente una presencia sospechosa.

-Escóndete en un lugar donde nadie pueda verte -ordena el dragón con tono grave.

Brigitte, siguiendo las órdenes del dragón, se aleja hasta un lugar seguro.

El dragón se acerca volando hacia la montaña.

-Desprendes un maná muy poderoso aunque al inicio lo ocultaste. Habría pensado que eras otro dragón, de no ser por tu olor a humano. -comenta el dragón.

De repente, aparece un hombre anciano con un largo bastón y vestido con atuendos de mago.

-Je, je. Eres muy perspicaz, dragón. -responde el anciano con una sonrisa astuta.

El mago, sin titubear, continúa hablando con la imponente criatura.

-Escucha, dragón, debes dejar de jugar con esos niños. Les estás dando falsas esperanzas.

-¿Quién eres tú, mago? -pregunta el dragón.

-Soy aquel que pondrá fin a tus días como dragón. -responde el mago con una sonrisa desafiante.

-Jajajaja... -al dragón le hizo mucha gracia lo que dijo el mago.- qué forma tan elocuente de decir que me matarás, pero también qué absurda. Podría esperar esa respuesta de esos chicos insensatos, pero de ti, viejo mago... debes tener un ego muy elevado. No te ofendas pero ya estas muy anciano, ¿cómo has llegado hasta acá?

De repente, el mago de un movimiento violento levanta su bastón y se pone en posición de un ataque. Sus ojos se ponen en blanco y emana una energía que rodea su aura. Se le eriza el cabello y comienza a recitar unas frases extrañas. Todo esto en una fracción de segundos, el dragón apenas le da tiempo de reaccionar.

Aunque el dragón reacciona ya es tarde, antes que pueda siquiera aletear, una burbuja de energía lo consume.

-¿Qué es esto? -pregunta el dragón con sorpresa y preocupación.

-Esto, mi amigo, es mi mejor hechizo. -dice el mago con una sonrisa triunfante.- Lo llamo 'La barrera de Odrias', en honor a mí mismo, por supuesto.

-¿Odrias dijiste?- El dragón, en un intento desesperado, trata de forcejear pero sus esfuerzos son en vano. Tampoco puede invocar sus sellos mágicos para lanzar rayos contra la burbuja. Además, el fuego que expulsa de su boca no hace efecto alguno.

-Es inútil. -dice el mago con determinación- nada puede deshacer la burbuja, ni siquiera el poder de un dragón, ni siquiera matándome. Solo yo puedo decidir cuándo quitarla.

-¡Maldito viejo, no dejaré que esto termine así! -exclama el dragón irritado.

-Tranquilo, dragón, solo falta una cosa más antes de que pueda quitar mi barrera. -dice el mago. Pero de repente, su semblante alegre cambia a uno serio.- Como te dije hace un momento, acabaré con tus días de dragón.

El dragón, resignado, se ve envuelto por el aura de la burbuja y piensa: "Así que este es mi fin". De repente ve su vida pasar mientras siente un calor intenso recorriendo todo su ser. Comienza a recordar a Brigitte la primera vez que se conocieron, a las siluetas de dos gigantes dragones, y a Úrsula mirando las estrellas con aire nostálgico. "¿Y tú qué diantres haces en mis recuerdos?", se pregunta el dragón, en un aire moribundo mientras se deja llevar. Luego se recuesta, preparándose para recibir el sueño eterno. "Yo solo quería vivir tranquilo en mi bosque", es su último pensamiento.

Inesperadamente, el dragón se transforma en pura energía, y poco a poco se va reduciendo hasta adoptar la forma de un ser humano. Lentamente, cae al suelo en la mitad de la montaña. Ahora, en lugar de un dragón, yace un hombre joven.

 -No... esto es peor que morir. -Dice el dragón estupefacto, ahora hecho hombre.

De rodillas en el suelo, el dragón, ahora convertido en humano, continúa mirando sus manos, incapaz de creer lo que está sucediendo. La realidad de su nueva forma humana lo llena de miedo y desconcierto.

Brigitte, aún escondida, no puede evitar soltar un pequeño grito de sorpresa al ver a su amigo transformado. Su presencia no pasa desapercibida para el mago Odrias, pero él decide fingir que no la ha notado.

-¡Esto es imposible! Tú tendrías que ser...

-¿El mago más poderoso del mundo? -interrumpe el mago.- Pues aquí me tienes, no soy el más poderoso pero si uno de ellos. Soy el mago Odrias, y aunque seas un dragón ermitaño, seguro has oído hablar de mí. 

-Llegué a pensar que algún día vendrías a enfrentarme, pero no esperaba esto. -dice el dragón, aún sorprendido.

-Pues parece que lo olvidaste ¿o es que mi apariencia no va con mi titulo? En fin, aquí me tienes y tal como dije, he acabado con tus días de ser un dragón. -responde Odrias con un gesto burlón.

-Basta ya de juegos, mago. Devuélveme a mi forma original o te haré daño. -dice el dragón con firmeza.

El mago se ríe entre dientes:

-Jajajaja, te he visto apagando el incendio. Podrías haber apagado las llamas azotando tu cola, pero no lo hiciste, no querías que hubieran victimas . Y no puedo dejar de mencionar a ese grupito de jóvenes que se te enfrentaron. Podrías haberlos matado, pero los dejaste ir sabiendo que vendrán otro día a seguir molestándote. Sé que no eres un mal sujeto.

-No confundas mis acciones con misericordia, mago. -dice el dragón, ahora humano.

-Quizá eres tú quien está confundido. -responde el mago- Además, ya no me queda maná.

El dragón se sorprende ante tal afirmación.

-¡Pero eres el mago más poderoso del mundo!

-No el más poderoso, dije que soy un de los más poderosos. -dice el mago con orgullo.- Pero una cosa es convertir a un hombre en sapo y otra muy distinta convertir a un lord dragón de sesenta metros de altura en un hombre. -De repente levanta las manos y las sacude- Se me agotó todo el maná.

El dragón lo mira incrédulo.

-Además. -continúa hablando el mago con seriedad.- Dudo mucho que puedas deshacer el hechizo de un muerto.

El dragón se queda en silencio un momento, pensando.

-Viejo, acaso tú... -dice el dragón con voz baja.

-Estoy muriendo, dragón. -dice el mago mientras observa el cielo-. Toda mi vida he estado inmerso en libros y frecuentando a personas de noble cuna, y todo para qué. Para perecer sin dejar un aporte al mundo. -Suspira-. Antes de que eso suceda, deseaba lograr lo que nadie pudo: acabar con el malévolo Lord Dragón del Este. Hasta que te vi a ti y comprendí que no había un "malévolo".

-Pero yo odio a los tuyos. -dice el dragón mientras mira al mago.- Y seguro alcanzaste a escuchar a Úrsula, que he dado muerte antes a tu gente. ¿Acaso eso no me hace malvado?

-Siempre he creído que las personas se moldean según la sociedad que las rodea y cómo esta las trata. -dice el mago, reflexionando mientras se sienta en una piedra.- Y aunque nuestra sociedad sea ajena a ti, debes tener tus motivos para hacer lo que has hecho y sentir lo que sientes hacia nosotros. A veces, mirando desde lo alto, no se puede ver lo que las hormigas hacen. Pero, ¿qué sucedería si te situaras a su nivel? Tal vez pensarías dos veces antes de pisarlas.

El dragón guarda silencio, observando atentamente al mago. Después de una larga pausa el mago prosigue hablando.

-Por eso decidí transformarte en hombre. -El mago prosigue hablando.- Quizás viviendo entre nosotros puedas reflexionar y abandonar ese odio. Por supuesto, no es que seas exactamente humano. Aún conservas tu fuerza y tus poderes de dragón, aunque reducidos congruentemente a tu forma física.

-Creo que tu magia me ha causado una extraña transformación. -dice el dragón con inquietud.- Hay una serpiente entre mis piernas.

-Sí, bueno... eso no es una serpiente. -responde el mago apaciguamente.

Un rato después, el dragón se encuentra vistiéndose con las ropas que le proporcionó el mago Odrias.

-Como te estaba diciendo, -continúa Odrias,- el encantamiento de hombre se desvanecerá cuando por fin entiendas el corazón humano. Para alcanzar este objetivo, tendrás que mezclarte entre ellos, relacionarte, buscar un oficio, ayudarlos. Te sugiero que te dirijas al pueblo más cercano hacia el oeste. Por supuesto, esto es solo si anhelas volver a ser el gran y poderoso Lord Dragón del Este, jeje.

De pronto, el mago tose con violencia hasta que, debilitado, cae al suelo. El dragón, se apresura a socorrerlo y ayudarle a levantarse.

-Odrias, ¿acaso tú morirás ahora? 

-Sí, dragón, consulté mi destino al oráculo. Mañana al alba, con el primer canto de las aves, ya habré abandonado este mundo. -confiesa Odrias con serenidad.

Ambos permanecen en silencio por un instante, compartiendo la pesadez del momento.

-¿Podrías conceder un favor a un anciano y acompañarme esta noche? No deseo morir en soledad.

Unas horas más tarde, ya entrada la noche, ambos se encuentran sentados alrededor de una fogata. Odrias descansa acostado bajo una manta, mientras que el dragón, convertido en hombre, se dedica a asar un pescado en el fuego.

-Creo que a mi pescado le falta asarse más, pero este fuego no es tan potente. -El dragón comenta.

-Recuerda que aún conservas tu magia, dragón. -le recuerda Odrias.

-¡Oh, es verdad!

El dragón extiende su dedo índice hacia el pescado y, de inmediato, surge una pequeña pero potente llamarada de fuego que lo envuelve.

El mago sonríe y comenta:

-La facilidad con la que los dragones manejan la magia de su elemento es asombrosamente prodigiosa. -dice el mago maravillado.

-Somos seres mágicos, por ello nacemos con habilidades mágicas. Es tan natural como el acto de respirar el aire. -responde el dragón mientras examina su pescado.

-¿Y qué harás cuando deshagas el hechizo? -pregunta Odrias

-Pues volveré aquí y seguiré atormentando a los humanos que vengan a mis dominios.

El mago se queda un momento pensativo y finalmente dice:

-Cuéntame, dragón, por qué viniste a estas tierras y expulsaste a sus habitantes.

-Porque este siempre fue mi hogar, Odrias, nunca llegué, pues ya moraba aquí ¿Sabes qué es la carbodraconita? 

-Es un mineral sumamente preciado y escaso, con el cual se pueden forjar armas y armaduras mágicas de poderoso calibre. La carbodraconita se extrae de los fósiles de un dragón y se sospecha que, debido a tu presencia en estas tierras, podría hallarse dicho mineral. -explica Odrias.

-Exacto, bajo este lugar yace un vasto cementerio de mis ancestros. Los héroes son enviados por el rey para darme muerte y reclamar estas tierras por ese mineral. Mas ellos lo ignoran, creen que vienen en la noble misión de recuperar estos dominios para la gente que aquí habitaba. Pobres ilusos, el rey no permitiría que nadie volviese a habitar este lugar; también los animales del bosque perderían su hogar. -revela el dragón.

-¿Y cómo sabes todo eso?

-He de presumir que tengo mis confiables fuentes que no tienen nada que envidiar a la red de inteligencia de la realeza. 

Brigitte escucha sonriendo orgullosa de sus habilidades de espionaje.

El dragón prosigue.

-Mi especie difiere de la de otros dragones, Odrias. Somos gigantescos, mas mientras los demás dragones son salvajes, en nuestra cultura existen las matemáticas, la filosofía, las letras, la música, entre otras cosas. Los Lord Dragones fueron quienes instruyeron a las primeras civilizaciones humanas en todo ello. Antes de todo esto únicamente la realeza estaba al tanto de nosotros. Mi especie designó líderes a su linaje durante los inicios de este continente.

El mago mira sorprendido.

-Ningún libro te enseñó eso, ¿cierto? -dice el dragón, quién sonríe por la ignorancia de Odrias y prosigue.

-No nos preocupaba que la gente viviera sobre nosotros, nosotros vivíamos muy abajo en el subsuelo, hasta que un día decidieron adentrarse en nuestros dominios. En lugar de entablar conversación, eligieron tomar lo que no les pertenecía mediante la fuerza.

El dragón comienza a recordar, y en sus recuerdos se ve un enorme ejército conformado por caballeros y magos enfrentando a dos gigantescos dragones, que serían sus padres.El dragón sigue relatando:

-No quedó nadie en pie... ni el ejército... ni mis padres... Yo apenas tenía 10 años de vida; mis padres me habían escondido para protegerme. -Visualiza en sus recuerdos un pequeño dragón intentando reanimar a sus padres tendidos en el suelo, rodeados de soldados muertos.

El mago sigue escuchando mientras mira al cielo, recostado. El dragón prosigue:

-Cinco años después de lo sucedido y tres años antes del presente, cuando ya había crecido lo suficiente, decidí ascender a la superficie para asegurarme de que no volvieran a adentrarse y, por supuesto, para que abandonaran mis tierras. Ya no quería saber nada de tu especie.

El dragón prosiguió:

-Los humanos huían aterrorizados mientras yo volaba y escupía fuego al firmamento. Mi propósito era que se marchasen y jamás retornasen. No quería hacerles daño, sabía que solo eran aldeanos. Y estaba obteniendo el resultado deseado. Pero cuando todos se habían ido, un nuevo ejército de guerreros y magos apareció, portando el estandarte del rey, igual que el ejército que acabó con la vida de mis padres. Eso me llenó de una ira incontrolada, quería venganza y los ataqué con toda mi furia, cegado por el dolor por todo lo que arrebataron. - dijo el dragón con mucho dolor.

El mago de repente tapó sus ojos con la manga de su brazo mientras el dragón continuaba relatando, mirando al fuego.

-Comparado con el ejército que dio muerte a mis padres, este ejército resultó débil. ¿Por qué? Porque esta vez eran apenas unos jóvenes como aquellos que siempre vienen a importunarme. Entendí entonces que el rey cometió un grave error. Hace diez años él envió todo su mejor arsenal en una misión a todo o nada, por lo que le llevó tanto tiempo volver a reunir un ejército para cazar dragones. Pero no funcionó, solo eran unos jovenzuelos. Al final, él y sus súbditos se quedaron sin nada... y yo también - concluyó el dragón en aire de melancolía.

Brigitte está escondida, escuchando la conversación, y comienza a llorar mientras mira compadecida al dragón desde su escondite.

El mago retira el brazo que tapaba sus ojos y dice con mucha calma:

-Recuerdo que tal misión era secreta, solo la sabía la corte del rey, al igual que la de diez años antes de aquella; fui convocado en ambas, pero las rechacé. Por mi necedad de seguir indagando en la magia y porque el rey me parecía un insensato. No tenía conocimiento alguno sobre esto ni sobre lo que aconteció después, solo llegaron las noticias de que surgiste de la nada y mataste indiscriminadamente a numerosas personas.

-Es comprensible que así llegaran las noticias. Pero la realeza y los lord dragones teníamos un pacto noble, nunca comprendí qué sucedió.

El mago le dice al dragón:

-El rey Mardos, si mis cálculos no yerran, se alzó con el trono un año antes de que atacaran a tus progenitores. Antes de él reinaba su madre, mas fue asesinada en un atentado de los insurrectos, o al menos esa es la historia que nos contaron... Mardos goza del beneplácito de su pueblo, a pesar de los escandalosos casos de corrupción y excesos. Aunque aquellos que lo aprueban se encuentran cercanos a su reino. Mas con los campesinos y aldeas aledañas de escasos recursos, la situación es otra.

El dragón aprieta los puños mientras habla:

-Tal vez deba visitar a ese Rey.

El mago sonríe tenuemente y dice:

-Bueno, creo que hemos tenido un avance. Tu odio es hacia el rey y no contra toda la humanidad.

El dragón lo mira molesto y extrañado:

-¿Acaso no prestaste oído a mi relato, Odrias? - pregunta el dragón - Tu especie es peligrosamente destructiva consigo misma y con otros seres vivos. Su ambición los lleva a matarse y traicionarse entre ustedes. Su inteligencia alberga maldad y mis antepasados lo sabían, mas albergaban la esperanza de que evolucionaran y dejaran de ser unos simios idiotas; pero esa esperanza murió conmigo.

Odrias lo mira un rato y le pregunta:

-Chico, dime ¿te parezco un simio idiota?

El dragón lo mira y luego mira a la fogata.

-Tal vez seas un simio adelantado a tu época - responde el dragón, con un tono un poco más suave.

Odrias ríe al escuchar al dragón y levanta la vista al firmamento.

-Oye Dragon, ¿cuál es tu nombre? - pregunta Odrias - Todos te conocen como el lord dragón del este, pero debes tener un nombre.

El dragón se queda pensativo por un momento, luego responde:

-Mi nombre es arduo de pronunciar y percibir para otras especies - dice el dragón - Supongo que debería concebir un nombre humano. De hecho, debería hallar el modo de falsear mis documentos.

-Podrías adoptar el nombre de mi hijo, no me importaría. -comenta Odrias mientras se acomoda recostándose.

-¿Tienes un hijo? - pregunta el dragón, sorprendido - ¿Por qué él no está contigo?

El mago vuelve a mirar al firmamento y suspira antes de responder:

-Él falleció en batalla hace ya tiempo - dice el mago con tristeza en su voz.

El dragón se da cuenta de que ha sido poco educado al hacer esa pregunta y se disculpa:

-Perdón, no debí haber preguntado.

El dragón baja la mirada, apenado por su descortesía, mientras el mago sigue hablando:

-Está bien, han transcurrido tres años desde entonces.

El dragón hace un gesto de incomoda sorpresa que trata de ocultar mientras el mago sigue relatando. El dragón no quiere levantar la cara, lo asaltó un remordimiento "¿tres años?" siente que la culpa lo hace temblar.

Se llamaba Dairo, Dairo Odriasson -continúa el mago- Era un hombre amable, enormemente fuerte y diestro con la espada, lo que le llevó a convertirse en aventurero. Desapareció en su última misión, pero estoy convencido de que murió en combate... él... -la voz del mago se quiebra y lágrimas brotan de sus ojos- ...él acató el llamado del rey.

El dragón queda en shock mientras le asaltan recuerdos de un hombre yacente en el suelo, muerto y desangrado, tal como él mismo.

-Entonces... esta apariencia - dice el dragón, con voz temblorosa.

-Sí - afirma el mago, mientras se recompone de su lamento y se seca las lágrimas.

Brigitte, quien sigue escondida, tapa su boca incrédula y deja escapar una lágrima al escuchar.

El dragón muestra una expresión de culpa mientras escucha al mago y murmura con voz baja:

-Lo siento mucho, no sabía... yo...

El mago interrumpe y responde:

-Está bien, mi hijo eligió su camino y murió haciendo lo que amaba. Yo, en cambio, no supe cómo lidiar con su pérdida y caí en la desdicha, cambié mis libros por el alcohol y la depresión, lo que empeoró mi salud.

Mientras habla, el mago saca un pequeño dije que contiene una foto de su hijo Dairo cuando era niño. Luego continúa:

-En verdad, sentía una gran ira cuando me encaminé hacia aquí, y tenía toda la intención de matarte para vengar a mi hijo. Incluso pensé en morir contigo. Pero luego te vi, ahora no me arrepiento de no haberlo hecho. No fue culpa tuya, debí ir al palacio y matar a ese maldito rey.

El dragón sigue con la mirada en el suelo, sintiendo la culpa que lo abruma, incapaz de enfrentar al mago. Odrias continúa hablando:

-He visto unas tumbas tú las hiciste ¿verdad? ¿podrías enterrarme al lado de mi hijo? Es mi último deseo, por favor.

-Está bien -responde el dragón.

-Te lo agradezco, dragón. Eres un buen ser. -dice el mago amablemente, mientras su voz se va apagando.

El dragón se encoge de pena al escuchar esa última frase. El mago sigue hablando.

-Me complace haber podido aclarar las cosas contigo. Ahora ya sé la verdad... y por tal motivo...

El mago hace una pausa y, tras un largo silencio, finalmente dice:

-...te perdono.

Inmediatamente se escucha el canto de las aves mientras el alba se asoma, y el dragón llora amargamente mientras sigue mirando al suelo.

Más tarde, cerca a la montaña, tal como el mago le instruyó, sepulta a Odrias junto a su hijo. El dragón memorizó todas las tumbas, nunca las olvidó. Brigitte lo acompaña en silencio; de hecho, no ha dicho ni una sola palabra desde que salió de su escondite. Nunca ha sido buena dando consuelo, o al menos ella siente que es lo último que la gente quiere escuchar en momentos así.

-Por la memoria de tu hijo y de mis padres, juro que no descansaré hasta darle muerte a Mardos. -dice el dragón con gran ira mientras aprieta los dientes.

Después de varias horas de caminar, nuestro dragón convertido en hombre llega finalmente a un pueblo cercano. Brigitte, a su lado, le pregunta:

-¿Adónde vamos exactamente, dragón? ¿Ya tienes un plan?

-Para no levantar sospechas, tendrás que dejar de llamarme así, Brigitte.

-Vaya, vaya, así que por fin tendrás un nombre. ¿Y cómo debo llamarte?

El dragón entra en un gremio y se dirige a la dama que está en la recepción.

-Buen día, doncella. Acudo para inscribirme como héroe.

-En buena hora, joven señor. Justo nos encontramos algo escasos de gente. ¿Cuál es su nombre?

El dragón, con aire decidido, se señala el pecho y finalmente dice:

-Mi nombre es Dairo, Dairo Odriasson.