Sylvia, acompañada por Frederick y Tirnel Estel, llegó al comedor para la cena. El cansancio aún pesaba en sus hombros, pero la satisfacción de haber completado su primera lección de sanación le daba una chispa de esperanza. El comedor estaba lleno de actividad, y aunque el ambiente era más relajado que al mediodía, la preocupación por Sylvia aún se palpaba en el aire.
Se sentó entre Frederick y Tirnel Estel, sintiendo el apoyo y la cercanía de sus amigos. Marina y Harry se ubicaron cerca, tratando de animarla con sus comentarios y bromas. Günter, siempre vigilante, intentó acercarse de nuevo, pero Frederick y Tirnel Estel mantuvieron su vigilancia, asegurándose de que Sylvia tuviera el espacio y la tranquilidad que necesitaba.
La conversación fluyó con facilidad. Sylvia, aunque agotada, se sentía más conectada con sus amigos. Harry, con su entusiasmo contagioso, compartía historias divertidas de su día, mientras Marina hablaba sobre estrategias para mejorar la resistencia física. La risa y la camaradería aliviaban la tensión acumulada del día.
—Sylvia, ¿cómo te sientes ahora? —preguntó Marina, con una sonrisa cálida.
—Mejor, gracias. La lección sobre sanación fue difícil, pero útil. Me hicieron practicar plegarias de sanación sobre mí y sobre Tirnel Estel —respondió Sylvia, intentando mantener un tono optimista—. Gracias a esas plegarias al menos mis heridas han sanado. Mirad mis manos —se emocionó Sylvia enseñando las manos—. Las tenía llenas de ampollas por el esfuerzo y tanto los latigazos del día anterior como el golpe en el costado también han desaparecido.
—Eso es genial —dijo Harry—. Necesitamos que estés en tu mejor forma. Todos tenemos que mejorar, no solo tú.
Frederick asintió, su mirada llena de determinación. —Exactamente. Y por eso, después de la cena, iremos al templo de Tasares para un entrenamiento especial. Necesitamos fortalecer tu resistencia física y tus habilidades de combate.
—¿Entrenamiento? —Sylvia frunció el ceño, aunque estaba decidida y curada, el cansancio no la abandonaba.
—Sí, ¿qué otro sentido tendría para ti ir al templo de Tasares sino? No solo para ti, sino para todos nosotros. Es crucial que estemos preparados para cualquier desafío que venga —agregó Tirnel Estel.
La conversación giró hacia los detalles del entrenamiento. Frederick y Tirnel Estel explicaron la estructura de las sesiones en el templo de Tasares, destacando los ejercicios de resistencia y las técnicas de combate. Además, estarían Sigfrid y Lysandra, quienes serían los encargados de fijar el entrenamiento. Sylvia, aunque cansada, sintió una renovada motivación. Sabía que este entrenamiento no solo la haría más fuerte físicamente, sino que también le daría la confianza que tanto necesitaba.
La cena transcurrió con una sensación de propósito compartido. Todos sabían que tenían mucho trabajo por delante, pero estaban dispuestos a apoyarse mutuamente en cada paso del camino.
—¿Qué tal funciona mi regalo? —preguntó Harry a Sylvia cuando la cena terminaba.
—Funciona perfectamente —contestó con una sonrisa—. Ahora no tengo que contar hasta mil cada vez. Muchas gracias.
—Me alegra servirte de algo —sonrió Harry—. Pues sácalo, me temo que nosotros no vamos ya —tras lo cual se levantó.
Sylvia esperó a verlos salir antes de ponerlo en funcionamiento. —Harry siempre me estaba consiguiendo cosas en el juego. Parece que no se le ha quitado la costumbre —le explicó a sus guardianes—. Qué diferencia a cuando esto era un juego. Tus amigos no morían de verdad y cuando te cansabas simplemente te desconectabas y podías darte un relajante baño.
—¿Un relajante baño? —preguntó Frederick.
—Sí, es algo que no hacéis nunca aquí. Aunque no lo creas, un baño con agua caliente puede ser muy relajante. En mi tierra natal nos duchábamos o bañábamos todos los días. No como aquí, que nos lavamos algunas partes con un bol de agua y ya está.
—Cuando termine tu castigo podemos ir a alguno de los ríos cercanos —propuso Tirnel Estel—. Oh, ya han terminado de pasar todos los granitos de arena.
—Perfecto, entonces es hora de ponernos en marcha —dijo Frederick, ayudando a Sylvia a levantarse.
Sylvia guardó el reloj de arena en su bolsa y, con una determinación renovada, salió del comedor acompañada por Frederick y Tirnel Estel. La noche había caído completamente, y el cielo estaba despejado, salpicado de estrellas brillantes que iluminaban suavemente el camino hacia el templo de Tasares.
El sendero estaba bordeado por altos árboles cuyas ramas se mecían suavemente con la brisa nocturna. El aire fresco revitalizaba a Sylvia, y aunque el cansancio aún pesaba sobre sus hombros, la sensación de la noche le daba un pequeño impulso de energía. Caminaban en silencio, cada uno perdido en sus propios pensamientos, pero unidos por un propósito común.
Frederick rompió el silencio. —Sylvia, sé que ha sido un día agotador, pero este entrenamiento es crucial. Tasares es la diosa de la guerra y la fuerza. Su templo es el lugar perfecto para que te fortalezcas y desarrolles la resistencia que necesitas.
—Pero yo solo seré una sacerdotisa. Mi función es solo curaros y lanzaros algunas plegarias de mejora o defensa. ¿Para qué necesito estar versada en combate y tener una gran resistencia? —respondió Sylvia, su voz llena de sinceridad.
—¿Y si nos capturaran? —agregó Tirnel Estel, sonriendo—. ¿Serías capaz de defenderte o correr suficiente tiempo para escapar de nuestros asaltantes?
Sylvia no quiso responder a esa posibilidad y simplemente continuó caminando hacia su destino. Un edificio robusto y majestuoso, construido con piedra y decorado con estatuas de guerreros y emblemas de la diosa. La entrada estaba flanqueada por antorchas que ardían con llamas brillantes, iluminando el camino hacia el interior.
Sylvia sintió una mezcla de reverencia y anticipación al cruzar el umbral del templo. El interior estaba iluminado por una serie de braseros que proyectaban sombras danzantes en las paredes. En el centro de la sala principal, Sigfrid y Lysandra los esperaban, ambos con expresiones serias y determinadas.
—Bienvenidos —dijo Sigfrid, su voz resonando en el espacio sagrado—. Hoy comenzaremos con un entrenamiento intenso. Es fundamental que todos estemos en la mejor forma posible para enfrentar los desafíos que nos esperan.
Lysandra asintió, su mirada fija en Sylvia. —Sylvia, sabemos que has tenido un día difícil, pero este entrenamiento es crucial. No solo para ti, sino para todos nosotros. La fuerza y la resistencia que desarrolles aquí te serán de gran ayuda en el futuro. Además, debes acostumbrarte a un equipo más pesado, para cuando vayas a alguna misión.
Sylvia asintió, sintiendo la urgencia y la determinación en las palabras de Lysandra, pero sobre todo recordando los espectros de sus amigos muertos. —Estoy lista. Haré todo lo que sea necesario.
—Eso es lo que quería oír —dijo Sigfrid con una sonrisa aprobatoria—. Vamos a empezar con conocer tu equipo cuando salgas de estas murallas. —Sobre el altar descansaba una cota de malla corta, una capa reforzada, un yelmo, un tabardo, una espada corta y una rodela—. Este equipo concreto ha sido diseñado para ti. —Sylvia miró atentamente todo el equipo—. Este es de calidad y en la medida de lo posible más liviano del que usarás en entrenamiento. En los entrenamientos usarás uno genérico —señaló hacia unas perchas y estanterías donde había piezas de equipo similares.
Lysandra la cogió de la mano y la acompañó hacia las perchas, ayudándole a ponerse las pesadas prendas. Cuando todo estuvo bien ajustado, regresaron junto a Sigfrid. —Comenzaremos con ejercicios de calentamiento y luego pasaremos a técnicas de combate y resistencia.
El entrenamiento comenzó de inmediato. Sigfrid y Lysandra guiaron a Sylvia, Frederick y Tirnel Estel a través de una serie de ejercicios diseñados para fortalecer el cuerpo y la mente. Los ejercicios eran duros y exigentes, pero Sylvia se esforzó al máximo, impulsada por la necesidad de mejorar y proteger a sus amigos.
El sudor pronto comenzó a perlar la frente de Sylvia, y sus músculos protestaron por el esfuerzo, pero no se detuvo. Con cada ejercicio, sentía cómo su cuerpo se volvía más fuerte y resistente. Frederick y Tirnel Estel la alentaban, asegurándose de que mantuviera el ritmo y no se rindiera.
—Vamos, Sylvia. Tú puedes —decía Frederick, su voz firme y alentadora.
—No te detengas ahora. Estás haciendo un gran trabajo —añadía Tirnel Estel, su mirada llena de apoyo.
Después de lo que pareció una eternidad de ejercicios, Sigfrid finalmente indicó que era momento de una pausa. Sylvia se dejó caer al suelo, respirando profundamente y sintiendo el latido de su corazón resonando en sus oídos.
—Buen trabajo, todos. Tomad un breve descanso y luego continuaremos —dijo Sigfrid, su tono aprobatorio.
Sylvia asintió, agradecida por el descanso. Sentía que su cuerpo había sido llevado al límite, pero también sabía que estaba progresando. Cada momento de entrenamiento la hacía más fuerte, más capaz de enfrentar los desafíos que la esperaban.
Durante la pausa, Lysandra se acercó a Sylvia y le ofreció un poco de agua. —Lo estás haciendo muy bien, Sylvia. Sigue así, y pronto notarás una gran diferencia en tu resistencia.
—Gracias, Lysandra. Me esforzaré —respondió Sylvia, aceptando el agua con gratitud.
La noche continuó con más entrenamiento, cada ejercicio una prueba de voluntad y determinación. Aunque Sylvia estaba exhausta, la sensación de progreso y el apoyo de sus amigos la mantenían en marcha. Sabía que cada gota de sudor, cada músculo dolorido, era un paso más hacia la fortaleza que necesitaba.
Finalmente, Sigfrid y Lysandra dieron por concluida la sesión. —Eso es todo por hoy. Habéis hecho un trabajo excelente. Descansad bien y preparaos para mañana —dijo Sigfrid, con una sonrisa de satisfacción.
Sylvia, Frederick y Tirnel Estel se despidieron y salieron del templo, sintiendo el aire fresco de la noche en sus rostros. Caminaban de regreso al monasterio, cada uno en silencio, pero unidos por la experiencia compartida.
—Ha sido una noche dura, pero valdrá la pena —dijo Sylvia, rompiendo el silencio—. Gracias por estar conmigo.
—No nos queda otra. De todas formas, Sigfrid hoy ha estado muy suave —respondió Frederick.
—¿Suave? —Se alarmó Sylvia tirándose en la cama—. Si esto es suave, me pregunto cómo será el normal o el duro.
Tirnel Estel asintió, sonriendo. —Descansa bien, Sylvia. Mañana será otro día duro. Tus músculos no van a crecer en un día, pero cuando haya terminado tu castigo, tu fuerza y resistencia serán muy superiores.
Sylvia miró desde su cama a su guardiana. —Necesitaría esa fuerza y resistencia para ayer. ¿Podéis volver a meteros en mi cama esta noche? No sé qué sucederá cuando apaguemos las velas y cierre mis ojos.
Tirnel Estel miró hacia las mantas que las separaban de Frederick. —Deberías superar lo de anoche. Seguramente fue muy terrorífico, pero solo afrontando tus miedos te harás más fuerte.
—¿Y si hubieras visto una verdad imposible de afrontar? —No pensaba dormir sola y protestaría todo lo posible—. Si al menos uno de vosotros no me abraza para dormir, me quedaré en vela esperando ir a trabajar a la cocina.
—Sylvia, compórtate como una sacerdotisa. Ya no eres una cría y en seis meses posiblemente estés asumiendo cosas que nos vienen grandes a todos —le regañó Frederick desde detrás de las mantas.
—En seis meses quizás sea una sacerdotisa y no una acólita, pero esta noche de verdad necesito vuestro calor —insistió Sylvia mientras miraba con ojos llorosos.
—Frederick, démosle el capricho. Me parece que realmente lo necesita —la apoyó Tirnel Estel.
Frederick apartó una de las mantas y pasó a la zona de las mujeres. —Sylvia, si dormimos abrazados, tal vez algo más fuerte crezca en nuestros corazones. ¿Quieres correr el riesgo? —Frederick realmente no se resistía por ella, se resistía por él. No sabía cuánto más podría resistir la tentación de besarla, acariciarla y llegar tan lejos como le fuera posible.
—Quiero correr el riesgo. Si mi cabeza vuelve a pensar en mi orientación sexual, lo prefiero a que piense en lo que vi en el templo de Nerthys. En lo que estos seis meses de retraso puede suponer
.
Frederick suspiró ante las miradas de Sylvia y Tirnel Estel. —De acuerdo, pero juntemos las tres camas. Estaremos más cómodos y cuando te duermas, al menos cada uno tendrá una cama para descansar.