Chapter 45 - APUESTA

Hay una característica de los creadores del juego "destinos encontrados", que a todos los fanáticos siempre ha dejado consternados.

 

Y es su increíble capacidad para lograr ser maldecidos.

 

Una capacidad casi divina.

 

Ya fuese por sus escenarios agridulces o finales insatisfactorios, un jugador promedio maldecirá a esos tipos, al menos 8 veces en cada juego.

 

El problema principal eran sus historias secundarias.

 

Tan complejas y bien estructuradas. Te hacían sentir que habías empezado a jugar algo completamente diferente… Pero lamentablemente, tu no eras el protagonista.

 

Muy por el contrario, muchas veces eras el villano.

 

La cantidad de jugadores que prefería perder en la primera ronda era simplemente ridícula.

 

Un juego de mierda que muchas veces ni querías ganar.

 

El príncipe comerciante es un ejemplo celebre en el mal sentido… Y por supuesto, Makoto es otro de ellos.

 

[Joven maestro… No puede entregar esa carta…]

 

Anabel detiene mis pensamientos con una solicitud cercana a la súplica.

 

Su voz tiembla dentro de la habitación escasamente iluminada.

 

Aunque el ocaso aún está en su apogeo.

 

La anormal oscuridad que nos envuelve, es prueba de mi mente desenfocada.

 

[¿Cuál de las dos?]

 

Pregunto a tientas mientras dejo mi tasa de te, junto a las dos cartas escritas por Makoto.

 

[… Ninguna, joven maestro… Cualquiera de ellas causaría que la santa del agua…]

 

[Se suicidará ¿cierto? huhu]

 

[…]

 

En mi risa sarcástica Anabel traga saliva, ver a una psicópata temerosa, es interesante a su manera.

 

[Joven maestro… El mundo… Es un lugar así…]

[Ohhh]

 

Casi estallo en carcajadas por el comentario de Anabel, parece estar malinterpretando algo…

 

¿Qué hay de ti conciencia? ¿Qué piensas que debería hacer?

 

(Yo..)

(Ey, no la molestes porque estas de malas.)

 

Si, si, perdón.

 

[¿La conoces?]

 

Decido cambiar de tema ya que es inútil en primer lugar.

 

Anabel duda por mucho tiempo en responder mi pregunta, pero finalmente asiente entre suspiros.

 

[La conocí en mis viajes hace un par de décadas… Una mujer…]

 

[¿Lamentable?]

 

[…]

 

[Es una mujer que vive para el arrepentimiento después de todo, la comprensión de que su pecado jamás podrá ser borrado, sacudiría su mente, incluso sino se suicida, el golpe posiblemente le impida cumplir como pilar del sello.]

 

[… Porque usted… ¿Sabe tanto?]

 

Anabel parece consternada al darse cuenta de que tengo conocimientos imposibles de obtener, incluso para altos nobles de muchos países, pero no tengo ganas de jugar al gato y el ratón.

 

[Liberar al titán de la santa muerte suena interesante~~~]

 

[NO PUEDE]

((DETENTE))

 

[Fuhuhu~~~]

 

No puedo evitar reír en las reacciones esperadas.

 

Creo que me siento un poco mejor.

 

[No podría importarme menos el dolo de una zorra, el repugnante ritual que sacrifica niños cada año o el injusto trato hacia Makoto.]

 

[…]

((…))

 

Por mi declaración, el silencio se vuelve algo pesado.

 

En primer lugar, todo el asunto de la guerra entre los dioses no tiene nada que ver conmigo.

 

Así como no tenía nada que ver con mi personaje favorito.

 

[No entregare las cartas, porque no me conviene, pero el día en que me convenga, la entregare sin el más mínimo atisbo de arrepentimiento, es así de simple.]

 

[… ¿Incluso si eso condena el continente?]

 

[Se condenarán el día en que decidan provocarme.]

 

[…]

((…))

 

Sintiéndome algo mal por la angustiosa mirada de Anabel, decido aclarar.

 

[No me interesa el poder, no quiero dinero, mucho menos reconocimiento o gloria.]

 

[… Entonces… ¿Qué busca el joven maestro?]

 

[Proteger a los míos]

 

El único deseo real de la existencia que atormento al mundo y lo llevo al borde de la destrucción.

 

Por contradictorio que pueda sonar…

 

[Tomare todas las armas que consiga para cumplir ese propósito, buenas o malas, no tiene nada que ver conmigo.]

 

No es como que yo las allá hecho en primer lugar y no soy un héroe ni quiero serlo, es el único gusto que no le daré ni siquiera a mi favorito.

 

Mi frustración con makoto no tiene nada que ver con su vida de mierda.

 

En primer lugar, todo eso le paso por SIM, si hubiese dejado su ridículo nacionalismo y a esa zorra de lado, con su ingenio, pudo haberse forjado una buena vida.

 

Un hombre capaz de volver exitosa a una banda de ladrones compuesta por nada más que gamberros de mala calidad.

 

Lo que me molesta es que, Makoto Aquarian, es el hombre que mató a mi hermana… Por el bien de evitarle un destino peor que la muerte.

 

Por supuesto, el motivo de su fama, se debe a su historia de "amor" con esa santa del agua, pero a mi honestamente me repugna.

 

Makoto, para loki, es una existencia disruptiva.

 

El asesino de su hermana, pero al mismo tiempo, su benefactor.

 

Por supuesto, aquellos ahogados en su justicia imaginaria sobre sabanas de seda, podría decir que Makoto tuvo la opción de hacer lo correcto y salvar a siff.

 

O en todo caso ni siquiera debió dirigir una banda de bandidos.

 

Pero la realidad es que, si no era Makoto, hubiese sido cualquier otro.

 

Y lo peor pudo ser inevitable.

 

Pero makoto no solo mato a siff con un veneno indoloro, también la sustituyo por un valioso títere de uso único, para engañar a sus subordinados.

 

Incluso Loki que durante décadas lo persiguió como a un perro y lo orillo al borde de la locura, no pudo evitar dudar de sus acciones cuando finalmente tuvo a Makoto en sus manos.

 

Al final, lo único que pudo hacer, fue apoyarlo en su venganza y como pago, Makoto le entrego su vida voluntariamente.

 

"Todos mis amigos mueres… Entonces… ¿Éramos grandes amigos?"

 

Con tales palabras cargadas de emociones que el mismo no entendía, Loki dejo atrás el cuerpo sin vida de Makoto en la historia original.

 

[Quería conservarlo como subordinado, maldición…]

 

Salve a Alex, pero perdí a Makoto ¿Es esto el mundo tratado de decirme que no puedo tenerlo todo?

 

[… ¿Por qué no lo acogió entonces?]

 

[Su corrupción mental estaba demasiado arraigada…]

 

Respondo obedientemente las dudas de Anabel, no tengo nada en particular para ocultar.

 

Aun no estoy seguro, pero es probable que la corrupción mental afecte principalmente a mi entorno y no a mí, directamente.

 

[… Y quien es… ¿El que puso la maldición?]

[Diosa del caos, Erilius chaos.]

 

O eso digo, pero la realidad es que puede ser obra del mudo, tratando de volver a la line de tiempo original.

 

Incluso hay personas consternadas que llegan a mi casa intentando arrancarle un ojo a thorian, no secuestrarlo, no matarlo, solo arrancarle un ojo.

 

[…]

 

Miro directamente a la consternada Anabel que ha olvidado como respirar.

 

[Si quieres bajarte del barco, es ahora o nunca]

 

En la habitación escasamente iluminada, con el sol ocultándose en el horizonte como acompañante.

 

Anabel me observa inmóvil

 

Sus dorados ojos dan la sensación de representar todo lo sagrado sobre el mundo.

 

El tiempo pareció detenerse y solo la sombra que muy lentamente se extendía producto del atardecer, probaba lo contrario.

 

Después de mucho tiempo, finalmente, la sirvienta de dorados cabellos se acercó.

 

Sin apartar sus ojos de los míos, movió sus delicadas manos de porcelana sobre mi rostro infantil.

 

Sus manos a la vez cálidas y frías, recorren mi cara, cachetes y cuello.

 

La sensación de alerta producto del hecho indiscutible, de que tiene mi vida en sus manos, trasmite a mi cuerpo una sensación de inquietud.

 

Pero lejos de hacer algún movimiento dañino, las delicadas manos de porcelana solo obligan a mis ojos para coincidir con los de ella.

 

Antes de darme cuenta, los ojos dorados que deberían trasmitir divinidad y orden, resplandecían con un brillo vicioso cargado de deseo.

 

[Este podría ser, el peor error de tu vida.]

 

Para la mujer que lentamente acerca sus labios a los míos ahogada en un deseo casi psicópata, declaró.

 

Debido a mis palabras, sus movimientos se detuvieron algunos segundos, como si recuperase la cordura.

 

Pero casi de inmediato sigue su avance y declara antes de conectar sus labios con los míos.

 

[O… Mi más grande acierto]