Nathanael Warm se movía con rigidez.
—¡Cada movimiento parecía ser increíblemente difícil!
Pero se movía.
Los ojos de los invitados se abrieron de par en par, sabiendo que la situación estaba a punto de cambiar.
Pero Arlo Percival no tenía ni idea.
Estaba deleitándose en la alegría.
La alegría de la venganza, y la alegría de un gato jugando con un ratón.
—¡Con cada corte, sentía una exaltación extrema!
—Jennifer Lopez... ¿lo lamentas? —Arlo Percival habló con la boca abierta, los ojos intoxicados.
—¡Diablo… Incluso en la muerte, no te dejaré ir!
¡El dolor se encendió en el rostro de Jennifer Lopez!
¡Destruída!
Su vida, destruida.
A manos del hombre ante ella.
Su esposo solo de nombre...
—¿Es así? Entonces muramos juntos, y abajo, podemos continuar siendo marido y mujer —Arlo Percival lamió la sangre de la hoja, un brillo malicioso centelleando en sus ojos.
—¡Thud!
¡En ese momento!
Nathanael Warm empujó la espada.
