Después de salir de la Plaza Internacional de Five-state, Julio Reed condujo a Quella Radcliffe y a Cosmo hacia la villa.
—¿Necesitan ayuda? —preguntó.
Miró a Quella Radcliffe, que estaba sumida en sus pensamientos en el asiento del pasajero.
Habiendo encontrado un problema tan espinoso justo después de tomar posesión, Quella Radcliffe, siendo tan joven, debía estar bajo una presión inmensa.
—Está bien, intentaré manejarlo.
Quella Radcliffe ofreció una sonrisa tenue, un desafío obstinado brillando a través de ella.
—Si necesitas ayuda, solo avísame. Todavía tengo bastantes conocidos en la capital; no olvides, tu esposo proviene de una familia rica.
Julio Reed devolvió la sonrisa pero no dijo más.
Conocía muy bien el carácter de Quella Radcliffe: fuerte y obstinada.
¡Si realmente ofreciera ayudar, seguramente sería un golpe para ella!
Ella quería ganarse el respeto a través de sus propios esfuerzos, no por caridad.