Ante el enfrentamiento entre Truman Ridge y el Santo Heredero, los magnates de la Provincia de Cinco Ríos no se atrevieron a hablar.
Uno era Truman Ridge, lo suficientemente rico como para rivalizar con una nación, el fundador de la Liga del Boulevard, y que podría matar fácilmente a Miguel Abbott y a Stanislaus Potter.
El otro era un enigmático anciano occidental que, a primera vista, parecía formidable.
Habiéndose abierto camino hasta sus posiciones actuales, estos hombres eran astutos como zorros, nunca hablarían ni tomarían partido imprudentemente.
Observar en silencio en este momento era la mejor opción.
—Truman Ridge, necesito una explicación —el Santo Heredero, observando al espadachín de verde ante él, finalmente cedió.
Aún no estaban seguros en su posición, y parecía que Truman Ridge tenía un poderoso respaldo, así que era mejor no ofenderle por el momento.
Esperarían la oportunidad de atacar cuando estuvieran a punto de poner pie en la Provincia de Cinco Ríos.