—Julio Reed ya había sentido la aproximación del Guerrero de la Bahía Oriental.
—Parecía que la situación en la casa de Brayden Leopold era bastante inconveniente, por lo que Perro Negro no había logrado entregar las noticias a tiempo.
—Pero no importaba, porque Julio Reed no temía a nadie. Con el tiempo, sumado a su intensivo entrenamiento diario, sus habilidades habían mejorado enormemente desde antes. Ahora enfrentarse a un oponente como el Guerrero de la Bahía Oriental no representaba ninguna dificultad.
¡Zumbido! ¡Cling!
—Una espada de hierro negro descendió del cielo, clavándose verticalmente en el tejado de Perla-sobre-el-Lago.
—Tras ello, el Espadachín Occidental saltó al tejado, aterrizando detrás de Julio Reed.
—Ambos se posicionaron uno frente al otro, creando un ataque en pinza.
—¡No hay necesidad de que subamos los dos juntos! Samurai, ¡déjamelo a mí! —El Espadachín Occidental rió a carcajadas, descolgando un frasco de su cinturón y tomando un gran trago.