Al oír el grito de Elize Yarrow, Julio Reed se quedó atónito.
Había pedido a Elize Yarrow que gritase algo parecido a asalto indecente para que la gente de afuera pensara que la estaba forzando.
Pero ahora la situación se había invertido.
Lejos de blanquear a Elize Yarrow, solo había empeorado más su reputación.
¡Ahora, no solo la familia Leopold sino también la familia Yarrow probablemente querían matarlo!
—¿Qué, no fuiste tú quien me pidió que gritara? —Elize Yarrow parpadeó, pensando que no había actuado lo suficientemente bien.
Tras un momento de silencio, extendió la mano y la enganchó debajo de la barbilla de Julio Reed. —Mi señor, ¿te gusta?
De pie en la puerta, Grant Yarrow sintió una opresión en el pecho y casi escupe un bocado de sangre vieja.
Y justo a su lado, la cara de Isidore Leopold estaba oscura de ira, deseando poder matar a alguien en el acto.