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Los eventos en la reunión de la junta dieron a Quella Radcliffe una sensación indescriptible de euforia.
Las emociones largamente reprimidas finalmente fueron liberadas hoy. Independientemente de la opinión de Julio Reed, Quella Radcliffe insistió en invitarlo a cenar.
Julio Reed estaba naturalmente feliz de cenar con su esposa, lo que era una buena oportunidad para mejorar su relación.
La relación entre ambos había progresado rápidamente recientemente, recordando la sensación de un primer amor.
Como un viejo monstruo que había vivido durante incontables años, a Julio Reed le gustaba mucho esta sensación.
La pareja eligió un restaurante cerca de casa, pero antes de que pudieran entrar, alguien los detuvo afuera.
—Disculpe, ¿es usted Quella Radcliffe? —Un hombre se quitó las gafas de sol y preguntó con una sonrisa.
—Lo siento, se ha equivocado de persona. —Sin esperar a que Quella Radcliffe hablara, Julio Reed tomó la conversación y empujó al hombre alejándolo.