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Después de salir de Perla en el Agua, Julio Reed se sentó solo al borde de la carretera.
Elize Yarrow no lo siguió, sino que se quedó bajo la protección de Miguel Abbott.
Tenía que enfrentar la frenética represalia de la Familia Leopold y la aproximación de los Guerreros Sombra.
Tener a Elize Yarrow a su lado solo sería una carga.
¡Tap! ¡Tap! ¡Tap!
En ese momento, el sonido de tacones altos resonó por la calle algo desolada.
Porque era profundo en la noche y más tranquilo, ese sonido era particularmente irritante.
Julio Reed levantó la vista y vio a una mujer de rojo.
La mujer vestía un vestido rojo y llevaba un bolso de mano, caminando con un encanto seductor.
—Guapo, ¿esto es Perla en el Agua? —La mujer se paró junto a Julio Reed,
pero él no le respondió, en lugar de eso, volvió su mirada hacia la calle desierta.
El nombre Perla en el Agua abarcaba varias docenas de metros cuadrados.
Incluso alguien con miopía severa podría ver el luminoso letrero en ese momento.