—¿Quién es ella? —Una mujer se les acercó.
—Ella será mi esposa Mey. Lo anunciaré esta noche —Él atrajo a Jaquetta hacia sí y ella forzó una sonrisa. No es que no estuviera ya al tanto de que este hombre la llamara su esposa, pero a medida que crecía, se sentía más disgustada por él con cada día que pasaba.
Quizás porque la llama para que le frote su grueso cuerpo por capas, o el hecho de que la obliga a sentarse y mirar cómo otras mujeres como Maybelline le complacen delante de ella.
—Vaya —La mujer exclamó entrecerrando los ojos hacia la niña. Quería ver qué tenía de especial esa niña que había convertido a Gabriel en un tonto impotente y ciego. Como no le gustaba la niña, aunque Jaquetta fuera una belleza, ella no lo veía.
—Eso es maravilloso Gab. ¿Espero que ella ya esté al tanto de las reglas y sepa no romperlas? —Sus palabras estaban dirigidas más a Quetta que a Gabriel y él asintió con una sonrisa.