—Tráiganme a mi querida Quetta, díganle que venga a bañarme —dijo con una sonrisa.
—Sí señor —Bones salió inmediatamente de la cámara de su maestro en busca de su pequeña señora. La única mujer que su jefe ha elegido para ser suya después de matar a su estúpida y terca hermana Liana.
Abrió la habitación donde su pequeña señora solía dormir para encontrarla vacía. Bones salió de inmediato, alertando a todos en la mansión para que la buscasen. No sería la primera vez que su pequeña señora intenta escaparse, debería sentirse afortunada que su jefe estuviera tan enamorado de ella que no la castigaría por sus actos.
Todo la mansión estaba en caos, sabían que rodarían cabezas si su jefe no encuentra a su señora otra vez.
—Eh jefe —tartamudeó un poco Bones, pensando en cómo explicarle a su jefe que su señora había desaparecido de nuevo por centésima, milésima vez.