Los vampiros tienen dones de acuerdo a su rango, Rheagal siendo de la primera raza tenía poderes especiales que sus padres habían ocultado de todos. Le advirtieron que nunca lo usara en nadie, de lo contrario, su cabeza sería el próximo tesoro por el que cazarían.
Leer la mente era uno de los dones entre los muchos que tenía. Podía leer los pensamientos de la gente salvo, por supuesto, los de un vampiro o criatura nocturna de alto rango como él. Pero Eurella era una humana baja y aun así no sabía por qué no podía leer sus pensamientos.
Se levantó de donde estaba sentado, alzándose imponente ante su pequeña figura. —Ven conmigo, capullo de rosa, desde ahora serás mi criada personal —ordenó, y la pequeñita humana parpadeó varias veces para asegurarse de haber escuchado bien.
No sabía si debía estar feliz por este nuevo cargo, o triste porque este príncipe vampiro hambriento la quería como su criada personal para comérsela.