Mientras la miraba, fue entonces cuando realmente se dio cuenta. Ella no estaba sola, estaba gestando a su hijo y estar en el frío no era saludable para ella.
—Bienvenido de vuelta, cariño —dijo Anna cuando él se acercó y él sonrió.
—¿Qué haces afuera en el frío? —Él pasó su maleta a Lurch, que acababa de llegar, mientras llevaba a su esposa en brazos. Anna estaba demasiado ocupada con él como para notar una figura familiar que los seguía de cerca.
—¿Cómo ha estado tu día? —preguntó Noah mientras ella colocaba sus manos alrededor de su cuello.
—Aburrido —dijo ella—. Me estaba aburriendo hasta la muerte, cariño, ni siquiera sabía qué hacer —expresó, enrollando sus manos alrededor de su hombro. No podía usar Internet y tampoco podía salir de la mansión, estaba encerrada aquí por Noah como si fuera una criminal endurecida.