—¿Tú... crees que soy un juguete? —Ari cuestionó con los dientes apretados. Sus palabras provocaron que Noah la mirara con confusión en sus ojos, incapaz de entender por qué Ari estaba molesta esta vez. Incluso estaba dispuesto a darle una oportunidad a su relación, ¿no era eso suficiente?
Al ver la expresión en su rostro, Ari supo que él no entendía nada. Estaba tan enojada que se rió a carcajadas. Sin embargo, Ari no perdió el control de su temperamento como la última vez. Ahora sabía que hablar con Noah y hacerle entender cómo la había herido era similar a hablarle a un muro.
No importaba lo que le dijera, él no podía entender por qué ella estaba molesta. Quizás era porque ni siquiera la veía como una persona capaz de sentirse molesta o enfadada.
En sus ojos, Ari debía seguir sonriendo como una muñeca.
Cerró los ojos y luego le dijo a Noah: