Ari se dirigía al interior de la casa, mientras caminaba detrás de Aaron, observaba el corredor que estaba cubierto con una lujosa alfombra junto con las paredes, los papeles pintados cambiaban con cada estación. La casa entera estaba decorada con colores cálidos y brillantes, pero Ari solo podía ver negro.
El negro de la bodega donde la encerraban cada vez que hacía algo, el negro de estar encerrada en su habitación en la noche cuando el trueno resonaba en el cielo. El negro de las sombras en las que había vivido hasta ahora.