—Sabes lo que suelo pedir, Señor De Luca. ¿Estoy en tu lista negra o algo por el estilo? —preguntó Ari y luego señaló—. Y a qué te refieres con 'Pallas' ¿quién aquí es Pallas?
—Eres una de mis deudoras y yo soy tu acreedor, tengo que mantener mis ojos puestos en ti. ¿Qué pasará si te escapas? —comentó Nicolai con terror fingido, y Ari rodó los ojos.
—¿Dos comidas? Qué gran y gorda pérdida podría ser para ti, ¿verdad, Señor De Luca? —Ella le lanzó una mirada desdeñosa y replicó.
—¿Qué sabes tú? No se trata solo de comidas —Nicolai tiró de la silla de plástico y se sentó en ella. Su enorme físico hizo que la silla pareciera minúscula, Ari estaba segura de que cualquier adulto humano decente podría sentarse en esa silla sin ninguna incomodidad. Pero para alguien como Nicolai, era sencillamente desproporcionadamente pequeña.