—Penélope, cuida tus palabras —dijo Keon severamente.
Sin embargo, Penélope no quería escuchar. Quería hacerles un chantaje emocional a sus padres y hacer que detuvieran a Nicolai. Pedir disculpas a Ariana era su mayor concesión; no había manera de que se disculpara con ella frente a innumerables personas y ver cómo se burlaban de ella.
Peor que eso era decirles a sus amigos que Nicolai no era su prometido y que había estado inventando mentiras.
—¡Estoy cuidando mis palabras! —Penélope gritó infeliz—. ¿Por qué crees que me resistía tanto a dejar que ella viniera a esta casa? Era porque temía ser abandonada. ¡Y mira lo que pasó! Todos me miran como si fuera una pecadora. Cometí un error. Lo admito, pero no hay necesidad de que me traten así.
