—Theodore, quien ya había escuchado suficientes tonterías de Penélope, no pudo evitar levantar su mano y abofetearla.
—Él la miró enfurecido, mientras que Penélope, quien nunca había recibido ni un regaño de su padre, lo miró con shock en sus ojos.
—Detrás de ellos, Kaylyn se cubrió la cara y sollozó avergonzada. ¿Quién hubiera pensado que todo ese amor y cuidado simplemente se desperdiciarían en Penélope? No solo los había traicionado; les había despojado del orgullo que tenían por haber criado tan bien a sus hijos.
—Tu madre y yo hemos sido tolerantes contigo. Pensamos que eras una chica simple, aunque un poco altiva. Lo pasamos por alto porque naciste con un corazón débil, pero me haces lamentar que diéramos por sentado que hicimos un buen trabajo contigo, igual que con tus hermanos —Theodore miró a su hija, quien cada vez le parecía más extraña. No importa cómo la mirara, ya no se parecía a la chica educada y tranquila.