—Pero madre
—Nada de peros —rechazó firmemente Kaylyn—. Ella conocía a William Lowell, y también a sus padres. Aunque no había pruebas, Kaylyn había escuchado los rumores que circulaban alrededor de la familia Lowell.
No solo estaban relacionados con las Serpientes, sino que también tenían control sobre los jefes del submundo local.
Su hijo tampoco era una buena persona. A la edad de doce años, ese chico parecía haber aprendido todas las cosas incorrectas. Kaylyn no deseaba que su hija aprendiera nada retorcido de ese chico. Sin embargo, cuanto más deseaba que Penélope estuviera lejos de Billy, más se enredaba su hija con él.
Llegó al punto en que se negaba a escuchar cualquier cosa cuando se trataba de ese chico.
—Mamá, tú no entiendes —le dijo Penélope a su madre—. Se sentía enfadada y molesta al pensar que su madre no la entendía. —Él es mi único amigo y él me entiende.