—¿Cómo te atreves...? —Penélope avanzó. Sus manos temblaban como si deseara rodear con los dedos la garganta de Ariana.
Sin embargo, justo cuando se acercó hacia Ariana, el sonido de pasos resonó detrás de ellas y las dos mujeres se voltearon para mirar al hombre que se acercaba a donde estaban las dos de pie.
—Emil, ella... —Penélope quería decirle a Emil que Ariana la había insultado profundamente pero en cuanto se volteó para mirar a Emil, este pasó junto a ella sin siquiera mirarla. Se detuvo al lado de Ariana antes de decirle con una voz suave —¿Por qué saliste afuera? Deberías haber dormido un poco más.
—Me sentía un poco encerrada —Ariana respondió torpemente. No estaba acostumbrada a que nadie la cuidara. Incluso cuando era niña, la dejaban sola para que se defendiera por sí misma. No importaba si estaba enferma o herida, la señora Harlow nunca se había preocupado por ella.
