El crepitar de los relámpagos resonaba en el silencio de la noche, Mateo, que había regresado a casa, pasó los dedos por su cabello para sacudir las gotas de agua que se adherían a su pelo.
—Creo que necesito tomar un baño caliente —se dijo a sí mismo mientras empujaba la puerta de su apartamento y entraba. Sin embargo, tan pronto como encendió las luces, encontró a sus padres sentados en el sofá en medio de la sala.
Mateo se sobresaltó al ver a sus padres, pero luego curvó sus labios en una sonrisa antes de bromear:
—¿Qué es esto? ¿Están tratando de asustarme, eh?
Mientras hablaba, se quitó la chaqueta y la arrojó al cesto de la ropa mientras caminaba hacia el montón de ropa limpia de donde sacó una toalla limpia que estaba sobre el sillón.
Mateo no le gustaba contratar sirvientes después de la traición que recibió de la empleada que transmitió la información de su amante a Penélope lo que condujo al accidente fatal donde su amante perdió la vida.
