—¿Ariana? —Noah entró en la sala de espera del vestíbulo de recepción. Miró a la mujer que estaba sentada en el lujoso sofá. Nunca antes había sentido el latir de su corazón subir y bajar como en ese preciso momento.
Ariana levantó la cabeza y observó al hombre que acababa de entrar a la sala. Sus ojos parpadearon ligeramente al ponerse de pie. —Noah —lo saludó con una voz suave—. Lamento molestarte. Pero hay algo que quiero preguntarte.
—No hay necesidad de disculparte —respondió Noah con voz serena. Entró a la sala de espera, con los pies hundidos en la alfombra. Levantó ligeramente la barbilla hacia el sofá antes de decirle a Ariana:
— Siéntate; no hace falta que te pongas de pie.
Ari dudó. Todo lo que quería era hacer las preguntas que tenía en mente, pero cuando vio que Noah ya se había sentado, ella hizo lo mismo y volvió a tomar asiento en el sofá.
—¿Te gustaría beber jugo o café? —preguntó Noah al tomar el teléfono de la mesa de centro.