Tres horas pasaron en un abrir y cerrar de ojos y Ariana se encontró sentada en la cabaña del Doctor Stoll.
—Muy buenas tardes, Doctora Harlow —el Doctor Stoll la saludó con una sonrisa en su rostro, mientras la estudiaba. Aunque no estuvo en el hospital la noche anterior, parecía que Cole ya le había informado que ella lo estaba buscando esa noche.
Y como para confirmar sus sospechas, el Doctor Stoll comentó casualmente:
—¿Escuché que me estabas buscando anoche?
Ari observó al hombre sentarse en el taburete junto a ella mientras tomaba su bloc de notas y bolígrafo. —Perdona a este viejo por ser un poco lento —bromeó mientras el Doctor Stoll se giraba y la miraba—. ¿Ahora puedes decirme qué ocurrió anoche?
Solo con el Doctor Stoll, Ari se sentía segura de compartir sus miedos y pensamientos. Porque sabía que el Doctor Stoll nunca la juzgaría ni la abandonaría en medio de sus sesiones. Él había prometido ayudarla y había visto suficiente locura como para no huir al ver la suya.