—Por no mencionar que era como una jodida victoria para él. Ariana, que era tan perfecta que nadie podía encontrar fisuras en su armadura, lo miraba con el rostro arrugado por la ira. Y estaba gritando —joder, tenía que ser el primero en hacerla gritar así, ¿verdad?
—Nicolai sintió una oleada de emoción en su corazón mientras se deleitaba con su enojo.
—¿Estás enfadada por algo, mi dulce Pallas? —provocó Nicolai. Quería ver la misma rabia en sus ojos que él había tenido en los suyos esa mañana. —Quizá tuviera algo que ver con lo que viste antes, ¿verdad?
—¿Quién demonios te crees que soy para malgastar mis emociones y energía contigo? —espetó Ariana mientras cogía un cojín del sofá y se lo lanzaba directamente a él. Quería herirlo, tanto como ella estaba sufriendo. —Eres tan puto estúpido... ¡argh!
—Hola, Satanás, si es posible —dale un poco más de tiempo.
Después de todo, él no podía morir ahora mismo. ¡Su Pallas estaba furiosa, realmente furiosa!
