—¿Mateo?
Penélope se giró sobre sus talones y toda la sangre en su rostro se drenó de golpe.
Se volvió para mirar a Ari, quien no parecía sorprendida en lo más mínimo y sintió que en su corazón brotaba un odio tan intenso que deseaba poder matar a Ariana.
Ella lo sabía. Sabía que Mateo estaba detrás de ella y por eso la provocó.
—¿Qué crees que estás haciendo? —exigió Mateo al detenerse justo al lado de Penélope. Agarró su brazo y la giró hacía a él—. ¿Cómo puedes abofetear a alguien así?
—No, Mateo. Te están engañando —ella me provocó, no quería hacerlo... no es como parece —Penélope se encontró confundida. Nunca pensó que Ari fuera tan astuta a la hora de conspirar contra alguien.
Miró a Ari con resentimiento, pero esta última permanecía imperturbable, devolviéndole la mirada con frialdad.
Penélope era hábil, pero ella también —después de haber vivido con Ariel tantos años, Ari también había aprendido uno que otro truco.