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Aviso de contenido: ligeramente para mayores de 18 años
Ari ni siquiera sabía cuántas horas habían pasado desde que llegó al ático. Todo lo que podía sentir era el cuerpo estremecido sobre ella. Su mano recorría los bíceps y la espalda tinta, mientras que las manos de Nicolai vagaban por todo su cuerpo.
Sus gruñidos y rugidos animalísticos resonaban en sus oídos mientras él reclamaba sus labios innumerables veces. A pesar de que sus labios le ardían, Ari no rechazaba sus besos. No podría.
La forma en que él la besaba era simplemente demasiado apasionada. Como si no pudiera obtener suficiente de ella, como si intentara devorarla y consumirla por completo.
Nicolai se movía dentro de ella con embestidas lentas y deliberadas hasta que su longitud se vaciaba completamente dentro de ella. Luego la sacaba y Ari gemía en su boca mientras su esencia goteaba fuera de su núcleo.