—Señor De Luca —una mujer en un luminoso vestido rojo que dejaba ver lo que tenía para ofrecer, a todos los que estuvieran cerca en el club que Nicolai dirigía bajo otra identidad, se acercó.
—Sonrió al hombre mostrando sus blancos y perlados dientes. —¿En qué puedo ayudarlo hoy? ¿Necesita algo para levantar el ánimo o quiere a alguien que le ayude con los nervios?
—Hay una joven que acaba de llegar a nuestro club, hace tres días. Aunque no es virgen, es bastante coqueta, creo que lo satisfará —continuó la mujer mientras se detenía frente a Nicolai.
—Levantó su mano y luego deslizó sus largas uñas arregladas sobre su pecho antes de decir, —Claro, si quieres a alguien con más experiencia. Estoy más que encantada de atenderte en la cama.
—Ahora no, Riley —Nicolai sacudió la mano insistente de su pecho. Miró alrededor del bar, que parecía funcionar perfectamente ya que todo estaba en orden. —No necesito nada, solo dame una pinta del Diablo, ¿entiendes?