—¿Crees que una disculpa sería suficiente por lo que has hecho? —preguntó Ari con voz fría. Los sufrimientos que había enfrentado no eran algo que pudiera perdonar y olvidar, solo porque Glynn le pidiera disculpas.
El Señor Adrian no habló y esperó a que Glynn continuara.
No tenía ni la más mínima idea de cómo su nuera había enseñado a Glynn y Noah y qué tipo de valores les había inculcado, pero sí sabía una cosa, que Mia no era una madre amable y cariñosa.
Ella tenía creencias retorcidas, y había transmitido esas creencias a Glynn y Noah, ya que los había criado siguiendo su propio ejemplo.
Aunque con su intervención, de alguna forma escaparon del lamentable daño que los hizo más o menos humanos.
La sonrisa de Glynn se volvió un poco más burlona mientras asentía con la cabeza y aceptaba. —Tienes razón, las cosas que te he hecho son difíciles de perdonar. Sin embargo, no estoy aquí para pedir perdón, solo quería disculparme por lo que he hecho.