Tan pronto como esas palabras resonaron en los oídos de Nicolai, él juró que algo explotó dentro de él. Su misma existencia parecía estar en contra de esa misma idea.
—Nico —Inez lo giró para que la mirara a los ojos—. Debes prometerme que te desharás de esta mujer. No me opongo a que salgas con alguien, pero si ella te está provocando de maneras en que no deberías ser provocado, entonces ella debe irse.
—No puedo permitir que nadie te provoque.
—Yo—lo entiendo.
—¿De verdad? ¿Eso significa que la enviarás lejos?
—Sí.
—Prométemelo, Nico —dijo Inez mientras sostenía a Nicolai por los brazos—. He perdido a todos los que me son queridos. No puedo perderte también a ti.
—Sí, mamá. Lo prometo.
—Bien —su madre soltó un suspiro de alivio—. Te amo, Nico. Eres mi luz y mi vida. No te pierdas sin importar qué.