—¡Bang! —El sonido de la olla golpeando el suelo resonó en la cocina.
—¡Ahhh! —Glynn gritó de dolor al retirar su mano que había colocado deliberadamente frente a la boca de la olla.
Cuando la sopa de champiñones se derramó de la olla, su mano se escaldó ligeramente y su piel se puso roja. Alzó la cabeza y se complació al ver que el rostro de Ariana se volvía pálido.
—¿Qué pasó? —La Señora Mia entró corriendo a la cocina en cuanto escuchó a su hija gritar. Su mirada se posó en Ariana, la olla caída y luego en Glynn, quien estaba acunando su mano escaldada. —¡Glynn! Dios mío, ¿qué te pasó?
Glynn sollozó al mirar a su madre con lágrimas en los ojos. No estaba fingiendo, ya que realmente le dolía.
Ya a medio camino quiso pedirle a su madre que llamara a un médico, pero cuando recordó las palabras y las lágrimas de Ariel, apretó los dientes y continuó con su plan.