Noah cerró los ojos y pellizcó el puente de su nariz.
Su mano temblorosa se extendió hacia adelante y la apoyó en la parte superior de la mesa para sostener su cuerpo tambaleante. Esto tenía que ser una broma, tenía que ser una cruel broma.
¿Alguien, alguien podría ser lo suficientemente amable para decirle que todo era solo un sueño?
—¿Qué, qué he hecho? —Noah respiraba pesadamente mientras su rostro se arrugaba de dolor y desilusión. Los recuerdos del pasado parpadeaban frente a sus ojos uno tras otro.
Tal vez el señor de allá arriba quería atormentarlo. Porque Noah empezó a recordar cada atrocidad que había cometido contra Ariana.
El día que dejó a Ariana sola en el salón de su boda en cuanto terminaron los procedimientos de la boda.
Cómo nunca apreció sus esfuerzos. Cómo se negó a usar la ropa que ella elegía o la comida que cocinaba y cómo nunca defendió a Ariana.
Y esa noche... donde besó a Ariel en su embotamiento alcohólico.