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El aire de repente se volvió hostil y tenso dentro de la sala, como aquella primera vez que Ariana vino a examinar a Millie. La joven no hablaba ni miraba a Ariana.
Ariana no apartó su vista de Millie. En cambio, le dijo calmadamente a la joven —Está bien, no te voy a tocar. ¿Quieres beber un poco de agua para calmarte? —Su voz estaba llena de preocupación.
Al no recibir respuesta, Ariana suspiró y luego sirvió un vaso de agua para Millie, quien lo tomó con precaución. La joven bebió el agua con reluctancia, sorbo a sorbo, y miró alrededor de la habitación una y otra vez como si se estuviera asegurando de que aún estaba en la sala y no en otro lugar.
Ariana notó que Millie estaba inquieta y le administró una inyección que haría que se sintiera somnolienta y luego la dejó dormir.