—¿Qué diablos es esto? —Nicolai leyó las palabras escritas en la tarjeta una y otra vez antes de girarse para mirar a Ariana, cuyo rostro se había puesto pálido de miedo.
Y al verla así, Nicolai no pudo hacer las muchas preguntas que corrían por su cabeza a la velocidad de un caballo en ese mismo momento. ¿Quién era ese hijo de puta? ¿Desde cuándo empezó a acosar a Ariana? ¿Y por qué no se lo dijo?
Había innumerables preguntas que deseaba hacer, pero al ver a Ariana parada allí como una niña que había sido sorprendida robando, Nicolai se calmó.
Dejó la tarjeta a un lado y caminó hacia donde Ariana estaba parada.
—¿Pallas? —Nicolai llamó suavemente a la mujer que parecía haber perdido su alma. Avanzó para sujetarla por los brazos, pero antes de que siquiera la punta de sus dedos pudiera tocar a Ariana, ella se giró y salió corriendo de la habitación.
—¡Ariana!