Ariana nunca había visto a Nicolai tan enfadado como cuando golpeó sus puños a cada lado de su cabeza.
Parecía que iba a arrancarle la lengua de la boca si ella llegara a decir algo más. Este hecho solo la había atormentado durante días, ya que Ariana no entendía lo que había sucedido: la forma en que Nicolai pasó de ser un coqueto seductor a su propio segador personal, fue suficiente para darle un latigazo.
Después, tras agonizar durante días, finalmente se dio cuenta de que quizás fue porque el hombre pensó que ella lo iba a llamar delincuente.
Ella no quería decir eso.
Ariana odiaba cómo Nicolai la tocaba como si tuviera derecho a hacerlo, pero ciertamente no tenía ningún deseo de llamarlo con nombres feos. Ese hombre la había ayudado muchas veces, y ella no era tan ingrata.
Sin embargo,
Ariana miró el conjunto de disculpas que había enviado al hombre, y él había ignorado cada una de ellas.