En otro lugar, la señora Harlow caminaba calle abajo con una expresión solemne en su rostro. Sus labios estaban fuertemente apretados, y parecía estar conteniendo muchas palabras que quería decirle a Ariana.
Sin embargo, sus tensos músculos y su mandíbula temblorosa eran suficientes para que cualquiera que la viera supiera que estaba furiosa.
—¡Esa maldita chica! —La señora Harlow no pudo evitar chillar después de llegar a la parada del autobús. Tenía dinero para contratar un taxi, pero la señora Harlow era demasiado tacaña.
Era el tipo de mujer que preferiría caminar una milla antes que gastar diez dólares en un viaje.
Mientras estaba de pie en la parada de autobús, levantó el bolso de mano que sostenía en sus manos para tirarlo al suelo pero se detuvo.
Con una mirada al bolso de mano, la señora Harlow lo trajo de vuelta a su pecho y lo abrazó. Era demasiado caro como para ser arrojado a la calle.
Su enojo era una cosa, pero no podía ensuciar algo tan caro y de marca.