—De hecho será mejor para él que se transfiera, pero es el hijo de uno de los ministros de la ciudad —Aiden le explicó—. No creo que haya nadie en el consejo del hospital que pueda transferir al hijo de un ministro cuando él no quiere irse.
Ari frunció los labios cuando escuchó las palabras de Aiden. No pudo evitar comentar:
—¿Está podrido cada hombre rico? —Estaba hablando tanto de Cole como de Noah. Al oír su queja, Aiden levantó una ceja.
—No sé acerca de eso, pero no necesitamos preocuparnos por estas manzanas podridas siempre y cuando te mantengas a salvo de ellas —Aiden dijo con una ligera sonrisa. No quería que su prima emprendiera una caza en su hospital.
Por no mencionar que la otra persona era Cole. Los ojos de Aiden se oscurecieron cuando pensó en ese hombre y en sus intenciones poco agradables.
—Mm hm —Ari asintió sin prestar atención a la expresión de Aiden.
Los dos llegaron a la sala de pacientes públicos después de girar y caminar por otro pasillo.