—Era un ramo de jacintos. Ariana amaba ese olor desde que era niña. Sin embargo, ahora, mientras miraba el ramo frente a ella, Ari no pudo sonreír ni siquiera le agradaba el aroma que flotaba hacia ella. La razón era obvia, —este ramo fue dejado por alguien desconocido. Un regalo de un extraño no era algo que haría sonreír a Ariana.
Por no mencionar que el timbre sonó hace solo unos segundos pero no había nadie parado afuera. Ari no necesitó pensar dos veces para saber que la persona que dejó este ramo no quería ser vista por ella.
Ariana ignoró los jacintos y caminó alrededor de ellos. Se asomó por el balcón y miró el coche que se alejaba, pero el coche tenía vidrios polarizados y no tenía placa, lo que solo hizo que Ari se pusiera aún más nerviosa.
—¿Quién dejó estas flores en mi puerta? ¿Y por qué? —Ari frunció el ceño mientras miraba el coche que se alejaba. No podía obtener ni una sola pista sobre la identidad de la persona que había dejado este ramo.