—¿Quieres té o café? —preguntó Ariel con una pequeña sonrisa en sus labios. Ojeaba el menú mientras esperaba que Ariana hablara.
—Nada. Sólo dime lo que tengas que decirme —Ariana no deseaba permanecer al lado de Ariel y sorber café o té. Esta mujer era la razón por la que su vida era un desastre, ¿cómo podría tener la paciencia de sentarse y pasar tiempo con Ariel como si todo estuviera bien?
Ariel cerró el menú y lo colocó sobre la mesa. No miró a Ariana sino que se giró y llamó a un camarero.
—Un café frío para mí y un capuchino para ella —como siempre Ariel tomaba decisiones por Ariana sin importarle lo que ella quisiera—. Y ah, sí, asegúrate de agregar un pequeño pastel de frutas para mí.
—Por supuesto, señora —el camarero anotó todo en la libreta y luego se alejó. Miró a Ariel y se volvió a mirar a Ariana, sus ojos no pudieron evitar abrirse ampliamente cuando vio a Ariana.