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Penélope salió del edificio, con la cabeza erguida y la barbilla hacia arriba. No parecía una mujer a la que le hubieran negado el permiso para ver al hombre a quien había venido a encontrarse. Con sus ojos verdes que brillaban bajo la luz del sol, observó los alrededores y sus ojos se posaron en Noah, quien estaba parado fuera de su auto con el teléfono en la mano.
—¿Noah Nelson? ¿Por qué razón está él aquí? —Penélope pensó con una expresión de culpabilidad. Antes de perseguir a Nicolai, había intentado ganarse el corazón de Noah. No solo era un hombre que parecía un Adonis, sino que también era un hombre sincero que no se prostituía con mujeres.
Su familia y su poderoso trasfondo eran solo otro punto a su favor. Sin embargo, Noah tenía a otra persona en su corazón y nunca le prestó atención a ella, por eso ella dirigió su atención hacia Nicolai. Penélope había esperado que Nicolai la aceptara con los brazos abiertos dado que era tan franco con su vida sexual.