—No estoy vendiendo mi cuerpo —afirmó Ari con firmeza antes de que el hombre pudiera hacer una oferta. Ella lo rechazó de forma cortante y esperaba que ni siquiera se le ocurriera ofrecerle una sugerencia que pisara su línea roja.
Nicolai rodó los ojos. Se veía mitad divertido y mitad exasperado —Iba a sugerirte que empezaras a trabajar como médica. ¿Cómo puedes tener una mente tan sucia, Pallas? No me digas que piensas en mi polla antes de ir a dormir, ¿cómo saltaste a esa conclusión? —preguntó con un dejo de interés en sus ojos.
Dándose cuenta de que lo había juzgado mal, Ari apretó los labios. Luego hizo como si no hubiera escuchado el resto de su frase y le dijo —Lo habría hecho si pudiera, sin embargo, he perdido la oportunidad de hacer una pasantía y nadie me aceptará después de tres años de interrupción ya que mis manos han perdido la precisión y habilidad.