—Entonces muere, cariño —el Sr. Fletcher extendió su mano y elevó los hombros—. Este mundo seguirá igual incluso si tú mueres, ¿quizás tu valor aumente si terminas muriendo? Sus palabras eran despiadadas y frías, hicieron que Ari se sintiera como una tonta que intentaba evocar emociones en personas que no tenían corazón.
—Te lo suplico, Sr. Fletcher —Ari juntó sus manos con lágrimas girando en sus ojos—. No puedo perder este dinero. Pertenece a alguien más, si pierdo este dinero, él me matará. Yo... ¡te prometo que te lo devolveré! Solo... Solo déjame quedarme con este montón.
Ari estaba al borde del colapso, había terminado con una deuda que no era suya. Sus padres se negaban a verla y ni siquiera abrían sus puertas cuando ella fue a buscarlos. Encima de todo lo que le estaba pasando, si terminaba con una deuda que le debía a Nicolai De Luca... Ari no tenía idea de qué le pasaría.