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Punto de vista de Selene
—¿Por qué no? —Maeve frunció el ceño cruzando los brazos sobre su pecho.
—Porque estaré demasiado ocupado para cuidarte. Ya sabes, como un Alfa y…
—Deberías ser más atento con tus hijos, Papá —interrumpió Maeve—. Deberíamos ser tu prioridad y no la manada. ¿Cómo vas a aprender a cuidar de la manada si no puedes cuidar de tus propios hijos?
—Lo siento, cariño —se rascó la cabeza y se volvió hacia mí, luciendo desamparado.
Yo solté una risita y me deslicé silenciosamente fuera de la habitación, dejándolo a su suerte. Justo cuando salía de su oficina y caminaba por el corredor hacia los dormitorios, la puerta del cuarto de Noé se abrió y él se apoyó en la entrada de su habitación observándome.