Dios, estaba tan asustado aquella noche del 28 de junio, ni siquiera sabía que algo como lo que ocurrió podría pasar. Tenía tanto miedo que no podía ni pensar bien.
Aún así, no recuerdo haber conducido de vuelta a casa, pero si recuerdo haber llegado allí. No podría decirles lo mucho que influyó en mi esa noche, ni siquiera fueron horas, fueron segundos los que marcaron la diferencia.
La vida de una persona construyó en años, décadas, puede cambiar en un minuto. Definitivamente, esos fueron los sesenta segundos más largos y decisivos de mi vida.
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Junio 27
Dominick Grossman
23:09
Siguen en la barra, quizá hablen de mí sacando todo tipo de teorías perversas, Naomi se quedó en el auto esperando por mí. ¡Dios! Estoy nervioso.
Me siento junto a Alexis, quien me observa de reojo y se detiene en mi cuello, quizá detallando todas las marcas que Naomi, su hija, me dejó por todo el cuello.
—Parece que te divertiste un poco. —Comenta sonriendo de medio lado, apesta a alcohol y cigarro, es normal, pero en él sobresalen más ese fétido olor a borrachera.
—Sí, una pequeña zorra morena me invitó a pasar el rato. Tenía tetas pequeñas, pero estaba buena. —Respondo meneandome un poco, fingiendo estar más borracho de lo que estoy.
—Por lo visto, te tomaste más de una cerveza. —Comenta dando un trago más a su vaso de whisky. Lo miro directo a los ojos, son igual de penetrantes que lo de Naomi, quizá hasta más.
—Tenía caderas pequeñas y el cabello largo y negro, disfruté mucho la cara de perra que hacia mientras teníamos sexo. Sus labios eran bastante delgados, pero me la chupaba demasiado bien. —Le sonrio burlón al ver qué tensa su mandíbula.
—De verdad no me interesa a quien te hayas cogido —Confiesa bebiendo rápidamente el contenido restante en su vaso. —, pero por como lo describes, parece que te cogiste a mi hija.
—¿Qué? ¡Nah! Su hija es demasiado joven para mí, pero debo admitir que se parecía un poco físicamente a ella. Amé ver esa puta chuparmela hasta correrse cada vez que se lo hundía hasta la gar-
El primer golpe llegó, me sentí desorientado cuando golpee la cabeza contra una silla al caerme de la que estaba sentado. Lo veo acercarse y subirse encima de mí mientras me golpea la cabeza contra el suelo.
—¡Detente! —Grito forcejeando contra él, es fuerte, a penas puedo evitar que me golpee.
—¡Dominick!, ¡Alexis déjalo, sólo está borracho! —Escucho a Víctor gritar y forcejear con Alexis con todas sus fuerzas, otro golpe fue acertado en mi boca, justo dónde me mordió Naomi, el sabor de mi propia sangre me llenó la boca causándome arcadas.
—¡Para, por favor! —Grita Victor.
Es una lástima que no pueda golpearlo de regreso. Forcejeo con él en busca de separarlo de mí, Naomi no me dijo que proseguía después de esto, pero aquí estoy siguiéndola ciegamente.
—¡Hey, tú! ¡No quiero problemas en mi bar! —Escucho a musculoso barbudo, quien me atendió más temprano. Quitaron a Alexis de encima de mí y Victor se acercó a mí limpiando mi cara de la sangre y saliva que salen de mi boca.
—¡Suéltame, hijo de perra! —Grita Alexis totalmente fuera de control, Naomi tenía razón, no había nada por lo que preocuparse realmente. Ella lo conoce a la perfección y sabía dónde tocar para hacerlo explotar.
—¿Estás bien?, ¿estás mareado? —Interroga Victor cuando me siento, estoy bastante mareado, pero no quiero que me lleve al hospital, ni que se suba a mi auto.
No con Naomi adentro.
—No, no, sólo me duele la mandíbula... ¿qué le dije para que se pusiera así? —Finjo demencia junto a mi mejor amigo.
—¿No lo recuerdas?
—Estoy muy borracho... —Me rio mientras veo como llega una patrulla y lo sacan del bar esposado.
—Lo sé, ¿quieres que conduzca?
—No.
—¿Seguro?
—Sí, me quedaré... aquí hasta que se me pase la borrachera.
—Te acompañaré un rato.
—Toma, amigo. Te dieron fuerte, ¿que le dijiste? —El sujeto barbudo me ofrece hielo dentro de una bolsa la cual tomo mientras Victor me ayuda a levantar.
—Creo que... algo sobre que me cogí a una puta morena. —Respondo tomando asiento con el hielo en la mandíbula y alternando su posición con la mejilla derecha.
—Debe andar paranoico y frustrado, su hija está desaparecida desde hace unas semanas. —Dice apoyándose de la barra.
—Sí, supongo que sí, no podría imaginarme que está pasando por su cabeza en éste momento.
—Me llamo Oliver —Se presenta. —, supongo que ya no es necesario el anonimato.
—Eres el portero de Dolly, ¿no? —Cuestiona Victor.
—Soy Dominick, él es Victor. —Nos presento cambio de posición la bolsa de hielo.
—Lo era, aunque creo que ya no habrán más fiestas —Responde saliendo de su zona de trabajo para levantar algunas de las sillas que tiré durante el forcejeo. —, quién las organizaba me dijo que no haría más.
—¿Sabes quién las organizaba? —Pregunta Victor ayudándole a levantar algunas sillas.
—Realmente no, sólo me daba el dinero y me indicaba como hacerlo, bueno, a mí y a un socio.
—O sea, ¿nunca viste cara a cara quien te daba el dinero? —Pregunta Victor.
—No. Debo admitir que estaba aterrado la primera vez, pensé que era algún traficante de drogas o pedófilo que quería algo con jovencitas, pero no resultó ser nada de éso.
—¿Cómo lo sabes? —Pregunto por primera vez levantándome para ayudar también, aunque ya casi terminan.
—Era la voz de una mujer joven. —Responde volviendo al otro lado de la barra mientras levanto la última silla.
—Dominick, debo irme, hablamos después. Mándame una mensaje cuando llegues a casa. —Dice Victor con una pícara sonrisa y saliendo rápido del establecimiento.
Quizá se verá con uno de sus amantes.
—Un gusto conocerte, Oliver. Debo irme.
—Adios.
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Junio 28
—Te dije que todo iba a salir bien. —Comenta Naomi mientras estaciono en la farmacia, necesito algún calmante para el dolor.
—Sí, sí. Vuelvo en un momento. —Digo abandonando el auto, el estacionamiento está totalmente vacío, nada raro, es poco más de medianoche.
Entro a la farmacia y tomo una caja de Aspirinas e Ibuprofeno, las cuales pago con la cajera, el lugar está desolado, ni un alma a ésta hora.
—Noche difícil, eh. —Comenta la mujer de mediana edad, blanca y rubia.
—No sabes cuánto. —Respondo saliendo de la farmacia.
De vuelta con Naomi enciendo el auto y me tomo ambos medicamentos con un poco de agua. El dolor ahora es punzante a diferencia de antes.
—Como duele... —Me quejó en voz alta cosa que hace reir a Naomi.
—Lo sé, pasará con un baño de agua fría.
Me giro para reprocharle y veo un encapuchado con un tabique en la mano del lado del copiloto. Tomo a Naomi del brazo y la acerco bruscamente a mí simultáneamente a cuando el vidrio se rompe.
El tipo soltó el tabique y observó a Naomi detenidamente antes de retroceder.
—Naomi...
—No dejes que se vaya. —Ordena por lo que salgo del auto y corro tras él que ha comenzado a correr. Es más bajo y no tan rápido, lo alcanzo cerca de los contenedores de basura donde lo derribo y me subo sobre él para someterlo.
Cubro su boca para evitar que grite mientras se retuerce debajo de mí como un gusano. Justo ahora, el vió a Naomi, él podría ser la causa del sufrimiento de Naomi... y el mío.
—Quítale la capucha. —Pide Naomi llegando hasta mí, está sudando. Lo hago, es el chico que estaba junto a Oliver en el recibidor de Dolly.
Forcejea con más fuerza y de forma más errática.
—¿Por qué hiciste eso, Ethan? —Pregunta, su calma me es inquietante y su voz terriblemente monótona.
—¡No sabía que estabas ahí! —Chilla entre lágrimas sirviendo sus mocos. Que asco.
—Dom... ¿Harías algo por nosotros? —Dice parándose frente a mí cuando vuelvo a cubrir la boca del chico.
—Lo que sea. —Respondo viendo la preocupación en sus ojos, es aterrador la manera en la que puede demostrar sus sentimientos deliberadamente.
—Necesito que lo mates.
—¿Qué...?
—Necesito que lo mates, si no, tú y yo pagaremos las consecuencias de lo que él diga.
El chico grita desesperadamente mientras llora, parece tenerle pavor a Naomi, sus gritos lastimosamente no son escuchados, están siendo ahogados en mi mano.
—Naomi, yo...
Quita mi mano de su boca a lo que reacciono tomando su delgado cuello con fuerza, no puedo dejar que grite y llame la atención de la empleada de la tienda.
—No diré nada... lo juro por Dios. —Llora e intenta a duras penas respirar debido a que lo estoy asfixiando. Vuelvo a cubrir su boca y soltar su cuello.
—Naomi, no dirá nada, dejemos que se vaya...
—Adelante, hazlo. Sí lo sueltas y dejas que se vaya, irá con la policía y tú y yo estaremos en problemas serios, quizá nunca podamos cruzar palabras otra vez; Si lo matas, sólo será una muerte insignificante. Nadie lo extrañará, nadie extraña a los enfermos.
—¿Enfermo? —Cuestiono viendo al chico, sus mejillas están sonrojadas por el llanto y sus ojos están tan rojos como su cabello.
—Mírame —Veo nuevamente a Naomi. —. Dónde lo ves, es practicante activo de la zoofilia.
—Naomi, yo no...
—Te quedarás sólo, Dom. Sabes cuáles son las opciones y pareces querer escoger lo fácil, no lo correcto.
—¡Hablas de asesinarlo!
—Contaré hasta tres, si no tomas una opción, me iré.
—No tienes a dónde ir. —Destaco, mirándola a los ojos.
—Eso es lo que crees. Uno.
Estoy atrapado, si no lo hago, pierdo a Naomi, se irá y éste mocoso hablará a la policía por lo que revisaran mi casa una y otra, y otra vez hasta encontrar algo. Si lo hago, Naomi se quedará conmigo, pero no sé si podré vivir con el haber asesinado a un niño, eso es lo que es él a comparación conmigo.
—No quiero. —La miro a los ojos con detenimiento, buscando algun rastro de que ésto sólo sea una bizarra broma.
—Dos. —No es una broma, no hay duda en su voz ni en la forma en la que me ve. Ella necesita que lo haga, y yo dije que haría lo que fuera por ella, pero ¿ésto?
No sé que hacer. Coloco mi bota en su cuello para sofocarlo y que no pueda gritar.
—Naomi... por favor.
La necesito, necesito a Naomi. Sólo es una muerte, ¿no? Nadie sabrá que fui yo, sólo Naomi.
Sólo un pequeño sacrificio por la felicidad de Naomi, ¿verdad?
—Tre-
Tomo el cabello del chico y golpeo su cabeza contra el pavimento, lo repito cada vez más fuerte. Comienzo a sentir mis dedos calentarse mientras la sangre los mancha al igual que lo hacen con mi rostro, me salpica cada vez que golpea el pavimento otra vez.
No puedo creer lo que estoy haciendo...
Comienzo a llorar, ésto es horrible. El chico no puede gritar, no con mi bota en su cuello, parece asfixiarse lentamente mientras lo golpeo. Uso más fuerza, cada vez más, hasta que oí lo que quería.
Su cabeza romperse.
No me detuve, tenía miedo que continuara vivo, hasta que no ví su cerebro tocar el cemento, no paré.
Estaba muerto, mis manos manchadas de sangre y Naomi parecía pensar algo con afán y tranquilidad. No reaccionó a lo que acabo de hacer.
—Bien hecho, escogiste bien, Dom. —Dice aún con esa inquietante calma, no sé que diablos pasa por su cabeza ahora.
¡Acabo de matar a alguien, Dios mío! ¿Qué debo hacer ahora?
—Yo... yo. ¿Qué he hecho? —Mis manos no paran de temblar, me alejo del cadáver con mis piernas tan inestables como mi estado emocional.
—Escúchame —Pide Naomi dando un par de pasos hacia mí. —, sé que estás asustado y confundido justo ahora, tienes miedo y está bien tenerlo, pero debes calmarte un poco. Yo estoy aquí, y aquí voy a estar por mucho tiempo más. Hablaremos de esto cuando estemos en la cama, ahora debemos deshacernos del cuerpo.
—Yo, no, no... —El aire comienza a faltarme y entro en pánico sin poder dejar de llorar. Las manos de Naomi toman mis mejillas adoloridas las acarician con suavidad.
—¿Qué sentiste?
—Estoy asustado.
—No ahora, cuando lo golpeabas. Ignora el miedo de lo que pasará y mantente en el momento. Nada malo va a pasar si así te lo propones.
Cuando lo estaba golpeando, estaba asustado. Matar a un chico es un delito grave, matar en si mismo es un delito grave. Quitando eso del panorama...
—Lástima. —Respondo entre jadeos.
—¿Por qué?
—Naomi, es una persona.
—Tú y yo también, era nuestro bien o el de él.
—Ninguno de nosostros habría muerto.
—¿Cómo estás tan seguro de eso? —Cuestiona, su expresión es severa y algo desviada de su reciente seguridad.
—Ellos no te matarían.
—No estamos seguros —Responde acariciando mi cabello. —. También me preocupo por ti, si mi padre te atrapa, toda la cárcel estadal se asegurará de que mueras. Eso me asusta, Dom.
Nunca lo había pensado así, siempre pensé únicamente en la seguridad de Naomi, jamás en la mía. Sin darme cuenta me he hundido mucho más de que que creía.
—¿Que hacemos ahora? —Respiro hondo, como si nunca en mi vida hubiera respirado y ésta fuera la primera bocanada de aire. Sentí que mi mente comenzó a aclararse.
Viéndolo desde otro punto de vista, era la vida de él o la mía. Y elegí la mía.
—Hay que sacar la basura de las bolsas y meterlo allí, en varias para que no gotee. Sé a dónde podemos llevarlo...
—¿Llevarlo? ¿Quieres decir que lo meteremos en el auto? —Abro el contenedor.
—Si, hasta ahora es lo único que podemos hacer. Revisé un momento y no hay cámaras de seguridad en todo el estacionamiento, pero no podemos arriesgarnos, tienes que traer el auto y lo metemos en el porta equipaje.
—Sacaré la basura de las bolsas, no toques nada. —Pido metiéndome al contenedor y abriendo la primera bolsa.
10 minutos con 15 segundos me tomó meterlo en las bolsas y luego en la maleta del auto. Los sentí como una eternidad
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Me tomó aproximadamente un cinco minutos matarlo, lo sé porque Naomi cronometró todo, desde que rompió la ventana, hasta el momento en el que lo metimos en la maleta.
Pero ella tenía razón en algo... Cuando dejé de preocuparme por cosas que aún no pasaban, me dí cuenta que matarlo no me provocó nada en particular, sólo lástima, la misma lastima que habría sentido de haber matado a un animal.
Eso me era aterrador, nadie lo hace por miedo a que pasará después de hacerlo, yo no me sentí diferente, sólo... fue una acción más.
Eso no me dejaba dormir, me sentía perturbado por mi mismo. Igual que el porque Naomi no tuvo ni la más mínima reacción mientras le rompía la cabeza a su mejor amigo contra el suelo.
Todo sucedió en aproximadamente, quince minutos. Eso se tarda en acabar con una vida. Siempre creí que era más tiempo del que en realidad era.