Quiero hablarles de Víctor, mi mejor amigo, nos conocimos en una tienda de segunda mano cuando yo tenía unos 17 o 18 años, recuerdo que ambos queríamos la última sopa instantánea de la estantería.
A ninguno le iba bien por esos fechas, yo había dejado mi casa hacía un año y a penas lograba sobrevivir siendo jardinero y sacando la basura de un recinto residencial. Por su parte, a Víctor lo habían echado de su casa cuándo le confesó a sus padres que era homosexual y vivía con el sueldo mínimo trabajando en una pastelería.
Estábamos jodidos.
Fue esa sopa instantánea la que nos hizo amigos, irónicamente ninguno la compró, una señora se la llevó mientras discutíamos entre nosotros. Somos amigos desde entonces.
Sentamos las bases de nuestra amistad ahí y todo pareció mejorar para ambos. Entramos a la universidad como diseñadores gráficos y una década después fuimos directores de marketing en la empresa Future.
Lo amaba tanto, pero amé más a Naomi.
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Junio 30, 12:33
Alexis Benet
Bebo un buen trago de mi café, está tan amargo. Justo como me gusta. Ivonne se acerca a mi con el desayuno, ahora el mesera en Sofía's cake.
—Huevos con jamón y pan tostado con mantequilla a un lado. —Indica dejando el plato sobre la mesa, tiene ojeras profundas y la piel pálida por la falta de sueño.
Se está descuidando.
—Gracias. —Ella se va a atender otros clientes mientras espero a mi acompañante de hoy. Desdoblo el periódico, estoy en primera plana.
Jefe de policía ataca brutalmente al sospechoso de la desaparición de su hija.
El celebre jefe de policía Alexis Benet, la tarde a ayer atacó brutalmente a Dominick Grossman en las instalaciones del tribunal supremo de justicia ayer por la tarde segundo antes de su audiencia...
—Lamento la demora. —Dice Víctor sentándose frente a mí.
—¿Por qué me pediste venir? Anoche dejaste bien en claro que no querías ayudar. —Cuestiono bebiendo otro sorbo de café y procediendo con mi almuerzo.
—No vengo por eso. Sólo creo que te estás pasando de la raya.
—Mi hija desapareció y él fue el último en verla e interactuar con ella. —Bramo tomando un agresivo bocado de mi comida.
—Conocí a su hija ella era-
—Es —Corrijo clavado mi mirada en él. —. No hables de ella como si estuviera muerta. No lo está.
—Quiero ayudarte, pero ella no está con Dominick. La última vez que fui-
—¿Habían platos sucios?
—¿Pla...tos? —Parece pensarlo un momento. —No.
—¿Ropa de niña? ¿Un maldito cabello ondulado?
—Dominick tiene el cabello largo y ondulado.
—No, su cabello es lacio con suaves ondas en las puntas. Naomi tiene el cabello ondulado desde la mitad hacia abajo.
—No, no había nada.
—Algo raro, lo que sea.
Victor parece pensar en algo momentáneamente, por lo que lo miro a los ojos.
—Es una estupidez. —Responde apartando la mirada.
—Dilo.
—Había orégano fresco en su refrigerador —Responde como si realmente eso fuera una estupidez, pero lo dedujo por algo. —. Él es más de comer sopa instantánea y nada que tenga que ser elaborado.
—¿Eran sólo las hojas de orégano o tenían las ramas?
—Sólo las hojas.
Naomi siempre ha hecho las cosas en un orden obsesivo, lo mismo hace para guardar cosas en el refrigerador. Cuando era una niña siempre le quitaba el tallo a las uvas antes de guardarlas, lo mismo hacía con las peras y las fresas.
—¿Cómo estaba su sala? ¿Algún cambio importante?
Si Naomi está ahí, los cojines han de estar acomodados de derecha a izquierda del más grande al mas pequeño. Algo con lo que no puede luchar son sus compulsiones.
Cuando revisé su casa, hace dos semanas los cojines estaba en otro orden, pero revisé muy pronto.
—No lo sé, ¿importa? Sólo déjalo en paz.
—Intenta recordar.
Ivonne se acerca con una libreta. —¿Quiere ordenar algo, señor? —Su tono es tosco y malhumorado, a ella nunca le gustó trabajar.
Siempre me lo decía en cada hotel que íbamos cuando veía a las mucamas.
—Café está bien, con leche y azúcar.
—Bien. —Ivonne se va.
Victor centra su atención en mí mientras razona algunas cosas en silencio. Finalmente suelta un sonoro suspiro antes de hablar.
—Dominick es un tipo desordenado, pero lo único diferente en su sala eran los cojines.
—¿Más específico?
—Estaban por orden de tamaño. —Responde finalmente, no puedo hacer más que sonreír.
—Ella está con él.
—Déjalo ya, revisaste dos veces sin aviso previo, ella no está ahí.
—¿Quieres que te dé pruebas?
—Aquí tiene, aquí hay más azúcar si gusta. —Ivonne deja el café en la mesa y se va, su trasero se ve más grande con esa falda.
Y levanta varias miradas morbosas, el vídeo que surgió anoche definitivamente destruyó su reputación.
Víctor parece espectante a mis palabras, esperando algo más.
—Cuándo abriste su refrigerador había fruta.
—Como en todos los refrigeradores del país. —Responde escéptico a mis palabras.
—Esa fruta no tenía tallos y si habían envases todos estabas con la etiqueta visible hacia el frente.
Él parece razonar mis palabras atentamente mientras me observa, por su expresión comienza a dudar de si mismo y su percepción de Dominick.
—¿Cómo...?
—Es mi hija, Víctor. La conozco mejor que nadie —Comento terminando mi almuerzo y tomando un sorbo de café. —. Desde niña ha sido compulsiva, no puede estar calmada si algo no está como ella quiere. Esos cojines que mencionaste, es muy probable que el más grande estuviera a la derecha del sofá, ¿o me equivoco?
—Pero revisé y ella...
—Naomi no es tonta.
—A todo ésto —Dice con sospechas repentinas. —... Lo que me dices suena como si ella escapara de tí y no de Dominick. Lo dices como si ella hiciera todo ésto.
Me dejé llevar por mi mundano orgullo y necesidad de reconocimiento otra vez. ¿Cómo lo arreglo?
—No lo digo como si ella huyera de mi amada esposa y de mí, digo que está dejando pistas para que la encontremos. Detalles pequeños de los que Dominick no se daría cuenta.
—Pero eso-
—Quién sabe que cosas le esté haciendo mientras estamos sentados aquí... —Aprieto la taza en mi mano. —a mi pobre niña.
—Nada. —Afirma seguro de eso.
—¿Por qué estás tan seguro?
—Está caminado por la acera. —Responde viendo fijamente detrás de mí, es cierto.
Camina despreocupadamente con una bolsa negra, su rostro sigue golpeando y tiene esos vulgares chupetones en el cuello. Su rostro parece demacrado.
—Nos vemos. —Él se levanta sacando su billetera.
—Yo pago, pero hazme un favor. —Se detiene espectante ante mis palabras.
—¿Qué?
—Visitalo ésta noche. Cómo siempre lo has hecho, si no hay nada extraño, ya no te pediré tu ayuda... Pero necesito que-
Una llamada estante me interrumpe, es de la comisaría.
—Un momento —Contesto.— . Diga.
—Jefe Benet, somos de la policía estatal. Nos habría gustado que fuera en una reunión frente a frente, pero no logramos localizarlo en su hogar ni en su oficina. El punto de esta llamada es informarle que la investigación y búsqueda de su hija, Naomi Benet, será cancelada.
—¿Qué? ¿Por qué? A penas han pasado 16 días. Ésto... Ésto no puede ser. —Aprieto la mandíbula en busca de tranquilidad o la compostura suficiente para aguantar hasta llegar a casa y explotar en mi estudio.
—Dada la edad de su hija y la clara ineficiencia de su departamento, temo que ya no buscamos a una persona, señor.
—¿Entonces que buscamos según usted señor...? —Indago un nombre.
—Mis modales, mi nombre es Francisco Hidalgo —Hay una larga pausa en la que me detengo a ver si la llamada continúa. Lo hace. —. Lo siento, señor. Pero buscamos un cadáver según las circunstancias.
—Un... ¡Dios! —Bramo bajo tragando mis ganas de decirle que se meta la suspención de mi investigación por el culo. —Mi hija no está muerta.
—Hemos encontrado más casos que involucran secuestros con la descripción de su hija: cabello castaño, alrededor de un metro sesenta, entre quince y diecisiete años. Todas muertas una semana después de su desaparición.
—Mi hija está aquí, Dominick Gross-
—Benet, fuimos a casa del señor Grossman está tarde, no se encontraba y revisamos las afueras de la propiedad, su hija no estaba ahí. Por favor.
—Dejaré de insistir si catean la casa de ése hombre, hoy mismo. Por favor, puede tomarlo como un favor entre policías.
Un inquietante silencio se presentó en la línea telefónica.
—Encontramos a una joven con el rostro desfigurado hace unas horas, la descripción, contextura y detalles encajan con los de su hija. —Suelta después de haber vacilado tanto en responder.
Por primera vez en mi vida, logré sentir ese apretón en el corazón del que muchos hablan. Que se siente como si el peso del mundo tirara con fuerza dentro de tí.
—¿Qué?
—Lo siento, señor. Su presencia el solicitada lo más pronto posible en la morgue del hospital general de Savant. Nos vemos.
La llamada terminó. Junto a ella, mis ganas de vivir.
Si Naomi se muere y todo queda como una huida adolescente, mi reputación va a caer. Ya bastante tengo con la patética alcohólica de mi esposa como para tener que lidiar con rumores sobre nosotros.
Malos rumores.
Crié a Naomi su vida entera para mantener apariencias, si ella se muere. Mi reputación también.
—Estás pálido, ¿sucede algo?
—Un agente estatal me llamó —Elevo mis vista del plato frente a mí para ver la Víctor claramente confundido. —. Dijo que cancelaron la búsqueda de mi hija y... que hay un cuerpo en la morgue del hospital con su descripción.
—Díos mío... —Se sienta frente a mí claramente desconcertado.
La última mirada que ví parecida a esa, fue la de mi padre la primera vez que le devolví los golpes. Fue antes de casarme con Sofía.
Antes de tener a Naomi.
Amo esa mirada, la compasión es una de las emociones con las que más fácil resulta manipular. Es tan fácil pisotear la voluntad de las personas desde ahí. A veces me arrepiento de haberle enseñado eso a Naomi.
—Si quieres te llevo.
—No hace falta. —Pago lo de ambos y salgo de la cafetería con dirección al hospital, a la morgue.
Naomi no está muerta.
No después de todo lo que me costó enseñarle.
No después de tener la vida que siempre quise.
No después de ya ser perfectos.
Una mocosa no va a arruinar mi vida dos veces.
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Sofía llora inconsolable detrás del cristal de la morgue, puedo ver el terror en sus ojos al ver el cadáver de, tal vez, nuestra hija debajo de una delgada manta de hospital.
Ella aprendió rápido después de casarnos, hizo todo lo que le pedí sin refutar ni oponerse.
Ventajas de tener una esposa emocionalmente dependiente y sin autoestima. Lo que yo digo es un mandamiento bíblico para ella.
La tomo suavemente de la cintura mientras aparento consolarla, estamos a solas esperando al forense, pero nunca está de más aparentar frente a las cámaras de seguridad.
—¿No crees que está exagerando? —Cuestiono suavemente y siento como se tensa levemente.
—Lo siento.
La rodeo con mis brazos para acercarla más a mí. Viendo sus ojeras y cara pálida, pasaría como una madre preocupes. Llevo días sin dejarla dormir, debe parecer una madre afligida en todos los aspectos posibles.
—Sólo luce angustiada, aunque con esa cara... —Comento notando la ausencia de su concurrente maquillaje y todas las lágrimas en sus ojos. —No creo que sea problema para ti.
Ella permanece en silencio ahora sollozando y aferrada a mí fuertemente. Tomo su mano con la sortija de matrimonio es de oro.
El forense entra a la habitación dónde está el cadáver.
—¿Están listos? —Él toma el borde de la manta.
—Nuestra vida como la conocemos depende de si ese cuerpo es el de nuestra hija. —Susurro contra la cabeza de Sofía. —Estamos listos. —Respondo más alto para que el forense nos escuche.
Él quita la manta dejando ver un desfigurado cadáver desnudo de una joven, veo atentamente su rostro y cuerpo, detallando cada lunar y peca, cada golpe y cortada.
Le falta la mitad de rostro, la mandíbula fue arrancada y no tiene piel en la frente.
—No es mi hija. —Jadeo aliviado, mi reputación sigue en pie. Mi perfecta familia sigue en pie.
Sofía sonríe aliviada, tanto como si realmente la tuviera angustiada la posibilidad de que Naomi estuviera en esa mesa. Sí nuestra familia perfecta se acaba, no tiene sentido que estemos casados.
No tengo paciencia para enseñar a otro parásito a ser como Naomi.
Dominick la tiene. Aunque sea lo último que haga, voy a demostrarlo.
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En un principio estaba seguro de que Víctor era de fiar, que era mi mejor amigo y nada se metería entre nosostros. Después de verlo con Alexis, eso no estaba del todo seguro, no tenía ni una maldita idea de que creer. Mi mejor amigo dejó de ser tan confiable.
Me siento ahogado, hablaba con él de todo, pero no podría hablarle de Ethan, de como lo maté. Cómo le quité la vida a un niño.
Naomi por su parte se convirtió en el reemplazo de Víctor, hablaba mucho con ella cada día, todos los días, cada minutos que era posible.
Ella se convirtió en los cimientos de mi vida. Lo cual fue una espalda de doble filo ya que también sería una de las más grandes tragedias de la misma unos meses después.
Nunca había sentido el miedo de perder todo, hasta que ella fue el todo.
Pensaba frecuentemente en lo abrumador que sería quedarme solo, con todo lo que había hecho y sin recibir nada a cambio. Me sentí estúpido.
Muy a menudo lo olvidaba nuestra situación al quedarme viendo a Naomi e imaginado toda una vida con ella. Una vida que sabía perfectamente que no podíamos tener.
Cómo lo dije antes, el egoísta sueño de uno iba a matar los del otro. Era un hecho que me forcé a ignorar.