—¿Qué demonios estás haciendo? —gritó Violeta en cuanto se recuperó del golpe y se levantó.
¿En qué estaba pensando Morgana?
¿Había llevado a Violeta hasta ese lugar para matarla?
—Jack me pidió que te entrenara. Dijo algo de que eras una hechicera. Realmente no le creí —explicó Morgana, acercándose de nuevo a Violeta.
—¿Y por qué necesitas golpearme? Yo no he hecho nada. Fue su idea —dijo Violeta retrocediendo. Su espalda volvió a chocar con la puerta y se sintió acorralada.
—Bueno, esta es mi forma de entrenarte. Si realmente eres una hechicera, tenemos que provocar tus poderes, ya que nunca los has usado —respondió Morgana poniendo los ojos en blanco, como si estuviera afirmando lo obvio.
—Estoy bastante segura de que puedes provocarlos con otra táctica —afirmó Violeta con los dientes apretados. Estaba haciendo todo lo posible para no caer en los trucos de Morgana.
No podía perder el control de nuevo dentro de la mansión de Jack. No tendría una segunda oportunidad.