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Chapter 28 - Premunición

A medida que el terremoto sacudía la región, miles de personas quedaron atrapadas bajo los escombros, luchando por su vida en medio del caos y la oscuridad. Sus lamentos se mezclaban con el ulular del viento, creando una sinfonía de sufrimiento que se extendía por toda la ciudad, como un eco desgarrador de la tragedia humana.Mientras tanto, en medio del caos desatado, Chloe y los demás soldados Erradicadores seguían avanzando sin descanso. Cada paso era una danza mortal, cada movimiento una sinfonía de destrucción. Las balas rebotaban en sus armaduras como gotas de lluvia en un estanque, mientras ellos avanzaban inexorables hacia su objetivo final.En las calles, el combate era una danza macabra de acero y fuego, donde las vidas se perdían en un instante y el destino de la guerra pendía de un hilo. Los Erradicadores se abrían paso entre los enemigos con una ferocidad sin igual, cada golpe un recordatorio de su supremacía sobre los simples mortales.Y en el centro del caos, Matteo luchaba como un dios de la guerra, su espada cortando el aire con una precisión mortal, su mirada ardiente con el fuego de mil soles. Con cada movimiento, sembraba la destrucción a su paso, su risa resonando como un eco siniestro en medio del rugido de la batalla.La noche se teñía de rojo con la sangre derramada, y en medio del caos y la destrucción, los Erradicadores avanzaban hacia la victoria, su sed de sangre insaciable alimentando el fuego de la guerra sin fin.El campo de batalla se tiñó de sangre y desesperación. Mientras los soldados del imperio se guarecían en pequeños campos de energía para protegerse, los horrores de la guerra cobraban su precio. La tierra insaciable se abalanzaba sobre los soldados de la CSG, aplastándolos sin piedad y devorándolos con una crueldad despiadada.En medio de aquel escenario infernal, donde los lamentos de los caídos se mezclaban con el rugido de la destrucción, Matteo encontró a Stalin atrapado bajo los escombros, una figura patética en medio del caos. El capitán herido yacía allí, su uniforme desgarrado, su rostro desfigurado por las marcas del conflicto. Pero para Matteo, no era más que una presa esperando ser devorada.Con pasos decididos, el líder de los Erradicadores se acercó a su presa. Sin una pizca de compasión en su mirada, tomó a Stalin por el cuello y lo arrojó con violencia a tres metros de distancia, como si fuera poco más que un saco de carne inútil.Avanzando hacia él, su voz resonó en medio del caos, cargada de crueldad y determinación.— Responde, ¿te has comunicado con el general Voznikov? —su tono era una mera extensión de su voluntad, una advertencia clara de las consecuencias de mentir.Una risa amarga brotó de los labios maltratados de Stalin, un eco macabro en medio del horror que los rodeaba.— Así es, malditos monstruos de mierda. ¡Nuestro emperador se encargará de acabar con ustedes! Tal y como sucedió hace diez años ustedes serán asesinados por él. Puedes acabar conmigo, ¡pero tarde o temprano el destino se encargará de darte tu merecido! —su desafío resonaba en el aire, una última muestra de su orgullo desvaneciéndose en la oscuridad.La expresión de Matteo se endureció, sus ojos destellando con una intensidad oscura. Agarrando con brutalidad la cabeza de Stalin, provocando una dislocación grotesca de su mandíbula, el líder de los Erradicadores dejó ver su verdadera naturaleza. Con una frialdad inhumana, utilizó sus dedos para tomar la lengua de Stalin y, con su afilada katana, la cortó lentamente, prolongando el tormento.El tono de voz de Matteo se volvió frío y siniestro, como si estuviera hablando desde las profundidades del infierno mismo. Sus palabras, impregnadas de un maquiavelismo retorcido, se deslizaron con malicia en el aire viciado.— ¿Acaso crees que la muerte es un acto redentor para ti? ¿Un escape de tus pecados y errores? No te daré el gusto de morir tan satisfecho. ¡Serás mi esclavo hasta que tu cuerpo no aguante la humillación!Minutos interminables se desvanecieron en medio de aquel acto de brutalidad. Y en medio del caos, Matteo se erguía ante los enemigos con su poderío indiscutible, su voluntad inquebrantable, una fuerza imparable en busca de su destino final.Matteo, una vez satisfecho con su macabra obra, se comunicó con los demás Erradicadores. Su voz resonó en la oscuridad de la guerra, llena de autoridad y determinación, proponiendo una toma a gran escala del territorio enemigo.Sin perder tiempo, Chloe y su ejército se pusieron en marcha para cumplir las órdenes de Matteo. Su destino era el área 2, y tenían previsto llegar a las 3 de la tarde. Avanzaron por tierra, sorteando los obstáculos y combatiendo ferozmente a los soldados enemigos que se cruzaban en su camino. La violencia se desataba a su paso, como una tormenta voraz, dejando un rastro de muerte y desolación.Horas después, tras eliminar a numerosos soldados mifdakies y a los combatientes de la CSG, Chloe y su tropa llegaron a Goldwick, la capital del área de defensa II. El sol, oculto tras densas nubes grises, arrojaba una luz sombría sobre la ciudad en ruinas. Los edificios mutilados se alzaban como monumentos a la desolación, mientras el viento gemía entre los escombros, llevando consigo el eco de la muerte y la destrucción.Confiando en la valentía y habilidad de sus soldados, Chloe tomó la decisión de adentrarse en la base militar principal y acabar con el capitán a cargo. Cada paso resonaba en el silencio tenso, cada sombra parecía esconder un enemigo agazapado. La adrenalina fluía como un río furioso, alimentando el fuego de la determinación en el corazón de los soldados.Mientras se acercaba a la base, Chloe fue repentinamente asaltada por un dolor punzante en la cabeza. Detuvo su avance por un instante, confundida por la imagen borrosa que invadió su mente. La figura del sujeto del barco, una presencia fantasmal en medio del caos se desvaneció tan rápido como había aparecido, dejando tras de sí un rastro de confusión en la mente de Chloe.