Cuando el resto de los guardias llegó con los delegados de las otras manadas, Amelia agradeció haber descansado un poco. La manada estaba llena de anticipación y Helen organizó con entusiasmo una gran cena de bienvenida. Preparó algunos de sus guisos exclusivos, junto con acompañamientos exquisitos y ricos postres.
Los guardias y delegados entraron triunfantes, con amplias sonrisas y buen humor. Amelia no pudo evitar sonreír mientras los saludaba y les agradecía su servicio. Julian, Lucas y Nathan se quedaron con sus manos temblorosas y dirigieron a los delegados a sus habitaciones para que se instalaran.
En la cena que preparó Helen, Amelia brindó por sus nuevos invitados, dándoles la bienvenida y agradeciéndoles su alianza. Toda la manada pareció dar un suspiro colectivo de alivio ante su presencia. Comieron, festejaron y celebraron, y cuando el sol empezó a ponerse, todos empezaron a ir a su habitación.